En la tarde noche de ayer, decenas de antorchas iluminaron la memoria de una ciudad enceguecida por el Dakar. La marcha organizada al cumplirse dos años de los asesinatos de Mono, Jere y Patóm, reiteró su exigencia de justicia y el reclamo de unificación de las causas vinculadas a la masacre.
Por Equipo de Comunicación CTA Rosario
Pleno enero. Día de sol, pero que supo cortar con el calor agobiante de las semanas anteriores. En Dorrego y Quintana el color rojo se expande en trapos y remeras. Mientras el sol baja, la movilización sube y las antorchas empiezan a repartirse.
Ya dos años. Difícil pensar en cómo han pasado año nuevo quienes conmemoran el aniversario del asesinato de sus compañeros, hijos, hermanos. Pero Jere, Mono y Patóm no son los únicos ausentes físicamente. Este año se fue Alejandra, mamá de Jere, envuelta en el dolor de la pérdida de su hijo.
La canchita se llena. Se descubre lo que hay tras el trapo pintado con la frase “será justicia”. En la canchita de fútbol donde los narcos les robaron la vida aquel 1° de enero de 2012, la imagen de los pibes del M26 se multiplica.


El joven dirigente, recordó que éste será el año del juicio. Por eso, destacó la necesidad de unificación de las causas que el Juez Julio Kesuani exhortó para que se tramiten separadas. Así, los autores materiales atravesarán un juicio oral y público, en tanto que los tres policías acusados por encubrimiento tramitarán la causa vía escrita. “Sin encubrimiento policial esos crímenes hubieran sido difíciles de cometer”, argumentó Salinas.
“Lo más doloroso es el hecho en sí, la edad de los pibes, la circunstancia, esto de volver a ver a padre despidiendo a sus hijos”, consideró Gustavo Martínez, Secretario Adjunto de la CTA Rosario, quien recordó que se está a pocos días de otro aniversario del asesinato de Mercedes Delgado, también a manos de narcotraficantes, pero en Ludueña.

Ignacio, el papá de Adrián Rodríguez, apodado Killer, también agradeció a los presentes, especialmente porque “nos dieron fuerzas para andar por la calle». Además, hizo un reconocimiento especial a Pitu, quien encabezó la lucha como referente del Movimiento.
«Esta es una noche de luz», gritó Eduardo Trasante, padre de Jeremías. Con un discurso profundamente religioso, el hombre arrancó mencionando la “doble ausencia” sufrida por su familia: la de Jeremías y la de su esposa a quien la muerte de Jere «afectó tanto la vida emocional que su salud se fue apagando». El hombre, de porte fuerte y voz clara, consideró que la movilización fue “ una luz en medio de una Rosario tan oscura: hoy hay una E de Esperanza, una luz que se vislumbra a través de la lucha, la esperanza y la fe».
“Dos años atrás sembré a mi hijo Jeremías con la convicción de que iba a cosechar muchos hijos, y camino la ciudad con ese deseo. Como hombre de Dios me paro en el palacio de la injusticia para decir con ustedes que en esta marcha, todas las lágrimas que junto a Lita, Killer y nuestra familia hemos derramado por nuestros hijos que tenían una vida por delante, que no eran soldaditos de nadie –citando el nombre del libro publicado en 2013— y derramaron su sangre injustamente. Pero si vale la pena la sangre de nuestros hijos para que cambie la realidad de Rosario, que viva la sangre y la memoria de nuestros hijos, Claudio, Adrián y Jeremías, siempre», vociferó Trasante frente a los cientos de militantes presentes.
Los pibes de Villa Moreno tenían 17, 19 y 21 años. Estaban en la canchita del barrio, esperando ir a una fiesta de año nuevo. Ahí fueron acorralados por Sergio “el Quemado” Rodríguez y su banda, que buscaba vengar un ataque a su hijo perpetrado horas antes. Los acribillaron sin mas.
Ese episodio podría haber sido “un ajuste de cuentas” más, como los que las crónicas policiales reflejan a diario. Pero fue la movilización de el campo popular rosarino, encabezado por el M26, el que dio una batalla en la calle, generando un antes y un después. Desde Villa Moreno, el narcotráfico se instaló en el debate y, aunque se lo quiso relativizar y segmentar, no pudo seguir siendo ocultado.
“No hay que olvidar que tenían 17 19 y 21 años y fueron asesinados en la canchita del Club Oroño. Los que gobiernan proponen soja y merca como única forma de desarrollo social. Ellos querían romper con esa realidad”, aseguró Norberto Olivares, abogado de las familias.
“El 2012 fue realmente muy tenso. Hubo demasiadas situaciones tensas producto de parte de la banda narco que seguía enquistada en el territorio. Hubo numerosos homicidios, que se combinaban por períodos de calma de dos o tres meses. El 2013 estuvo relativamente más tranquilo, aun con homicidios y amenazas a los familiares. Esperamos que eso se mantenga porque hay varios vecinos que deberán refrendar su testimonio en el juicio. Hoy por hoy el barrio está relativamente tranquilo”, relató Salinas.
Maldita policía
La masacre de Villa Moreno alumbró el complejo entramado de complicidades en las redes delictivas. Quizá la principal consecuencia que generó fue la clarificación de que la policía no solo no combate el narcotráfico, sino que lo regula y hasta lo promueve.
Carlos Del Frade, periodista que hace una década denuncia la expansión narco en la región y miembro de Comisión Investigadora Independiente, recordó que en la desgravación escuchas telefónicas, se comprobaba que “la banda del Quemado Rodríguez era una sub banda de Los Monos y tenía la protección de la Comisaría 19°”.
No obstante, subrayó que el narcotráfico es un problema que excede al simple desgobierno de la fuerza policial. “El narcotráfico es la etapa superior del imperialismo, un flujo de dinero permanente que cooptaba corrupción policial, empresarial, contadores, abogados, sin poder hablar de narcotráfico sin hablar de narcopolicía. Lo que mata a los pibes es el mirar para otro lado de los sectores políticos que gobernaron la provincia durante estos 30 años de democracia”, apuntó el periodista.
Analizando posibles medidas para combatir seriamente a los narcos, Pitu señaló dos pilares: la reforma estructural de la fuerza policial y el seguimiento de la ruta del dinero. “Nos gustaría ver las mismas topadoras que traen al barrio en las oficinas céntricas de desarrolladores inmobiliarios o las concesionarias de autos”, ironizó.
Además, el referente del M26 recordó que hace dos días el gobernador Bonfatti vetó la ley que reglamentaba y estructuraba la policía judicial, que buscaba poder hacer las diligencias investigativas de delitos complejos. “Bonfatti además arreglar con la policía el aumento de sueldos, arregló impunidad y complicidad para que la cúpula policial siga manejando los ascensos”, denunció.
Este 2014 es el año en que todos los acusados deberán responder ante el poder judicial. Sin dudas, el triple crimen no fue “uno más en la estadística” por la movilización popular unificada. Resta aún lograr que la investigación aúne las causas vinculadas a la masacre: la que irá a juicio oral con Sergio «El quemado» Rodríguez juzgado como supuesto autor instigador de la matanza; Damián «Teletubi» Delgado, Brian «Pescadito» Spiro, Ezequiel Palavecino y Brian Romero como autores materiales; y la que investigará el encubrimiento policial, y sentará en el banquillo al comisario inspector Eduardo Ismael Carrillo, el suboficial Norberto Claudino Centurrión y el agente Lisandro Jesús Martín.
“Para que la justicia de un paso hay que hacer 20 marchas y 200 entrevistas. Uno imagina que detrás de esta causa hay cientos que quedan en el olvido. Y estos padres, hermanos, familiares, pueden ver, más allá de lo doloroso y de lo terrible del asesinato, quiénes eran sus hijos. Es terrible cómo se va desgarrando este pueblo, pero es importante decir que junto a ese dolor infinito va creciendo la esperanza en nuestros pares, compañeros y compañeras para construir justicia. Independientemente de lo que pase en los tribunales ya hay acá una condena pública”, concluyó Martínez.
Equipo de Comunicación CTA Rosario
