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Ser librero: un oficio que cultiva lectura y resistencia

  • 12/05/2025
  • Facundo Petrocelli
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La librería «Oliva Libros» fue considerada entre las 150 más destacadas del mundo por una publicación internacional. Un recorrido por su día a día, el camino de la vocación y la actualidad de una actividad que tambalea en un contexto político y económico adverso para la industria del libro.

Oliva Libros lleva diecisiete años de existencia. El local cuenta con un amplio catálogo de títulos, en especial una surtida colección de sellos independientes y autores de la ciudad. Abrió sus puertas en un pequeño local en abril de 2008 sobre calle Entre Ríos y tres años más tarde se mudó al sitio actual que ocupa en el Palacio Remonda Monserrat, también conocido como La Casa de los Dragones. Un edificio estilo art noveau que brilla con su magnetismo de otro siglo en la esquina de Entre Ríos y San Lorenzo.

Natalio Rangone es quien maneja el timón de la librería. Nació en Lincoln, un pueblo de vacas y soja en el noroeste de Buenos Aires. Su relación con los libros comenzó a temprana edad al descubrir una biblioteca. “En Lincoln había una sola librería. Cuando arranqué el secundario, me empecé a copar con novelas. Autores best seller de los 90: Sidney Sheldon, Mary Higgins Clark, Stephen King. Luego seguí con lecturas más profundas como Dostoievski o Chejov que saqueaba de la biblioteca de mi tío. En mi casa era más fuerte la música. Mis padres eran afinadores. Tenían una casa de instrumentos musicales”, recuerda.

Una adolescencia marcada con libros y música que dio un salto cuando se mudó a la gran ciudad. Allí comenzó a gestarse el sueño de librero en una icónica y tradicional librería de Buenos Aires fundada en 1938: Clásica y Moderna. “Me fui a estudiar historia a La Plata. Hice dos años de la carrera, abandoné y me fui a Buenos Aires. Allí trabajé en un minimarket donde duré poco. A fines del 2001, en plena crisis del país, entré en Clásica y Moderna para cubrir turnos que nadie quería agarrar. En el local funcionaba un bar y café concert que cerraba a las 3 de la madrugada –con funciones los jueves, viernes y fines de semana–  y la librería seguía abierta, así que trabajaba en ese horario. Al año, se fue un empleado y ocupé el puesto de la mañana. Y terminé de encargado a la par de Natu Poblet. Con ella aprendí un montón y estuve hasta el 2005 que me vine a vivir a Rosario”. Natu Poblet, dueña de Clásica y Moderna –falleció en el 2017– fue una personalidad destacadísima de la cultura porteña y la heredera de una larga tradición familiar dedicada al libro. A lo largo de dichos años, Rangone incorporó conocimientos con la guía de su mentora y fue el motor para aprender el oficio. “Haber trabajado en Clásica me abrió muchas puertas en el mundo de las librerías. Ya tenía 25 años y me di cuenta que quería dedicarme a esta actividad, incluso empezaba a fantasear con la idea de tener una librería propia”, revela.

Al llegar a Rosario, se empleó en la librería Ross –hoy “Cúspide”–  y, después, por un breve tiempo, en la Homo Sapiens. “Esa experiencia me sirvió para conocer el movimiento que había en la ciudad. En el 2007 estaban Ross, Homo Sapiens y Buchín. Eran un estilo de librerías grandes que apuntaban a un público general. No había en Rosario espacio para librerías independientes. Y entonces decidí abrir Oliva en el 2008”, indica Rangone sobre el periplo final de su proyecto. Se llama Oliva en reconocimiento a Aldo Oliva (1927-2000), el grandísimo poeta rosarino, y es un guiño a la enorme producción poética de la ciudad que ocupa buena parte de sus abarrotados anaqueles con miles de títulos.

La más linda del mundo

 “¡Cuánto más felices y sabios seríamos si antes que darse un saque o destapar una lata, la gente abriera un libro! Si las librerías y si las bibliotecas públicas fueran nuestro búnker y nuestra ranchada, ¡cuántos menos policías y gendarmes tendríamos!”, fueron las palabras de la poeta, traductora y periodista Beatriz Vignoli al inaugurar la Feria del Libro de Rosario el año pasado. Y Oliva Libros tiene precisamente la apariencia de un bunker seguro en este presente de urgencias económicas, calles patrulladas y discursos violentos.

La librería se ubica a pocas cuadras de la Facultad de Humanidades y Artes en el microcentro ruidoso de la ciudad. Y esta vecindad con estudiantes y docentes de dicha casa de estudios propició una propuesta orientada a un perfil específico. “Inicialmente el concepto de la librería era bien de humanidades, filosofía, psicoanálisis. Justamente por la cercanía con la facultad. Poesía también. La librería se llama Oliva libros en homenaje al poeta Aldo Oliva. Tenemos un sector de poesía importante. Y muchas actividades ligadas también a este género. Lecturas, presentaciones, talleres. La variedad es amplia y hemos hecho alguna que otra presentación no solamente de poetas de Rosario, sino también de Buenos Aires, Córdoba y Uruguay”.

Oliva Libros tiene precisamente la apariencia de un bunker seguro en este presente de urgencias económicas, calles patrulladas y discursos violentos.

Rangone afirma que el oficio de librero, más allá de su costado romántico, no deja de ser un comercio con una carga abrumadora de tareas cotidianas. “Eso te ata a una rutina que es abrir el negocio y cerrarlo en horarios pautados. Después hay días que entra material (a principio de mes) y se debe cargar en un sistema. Aquí somos tres libreros. Carlos me acompaña desde el 2010. Y hace dos años se sumó Yago, que es muy joven y está aprendiendo el oficio. Entre los tres, leemos y revisamos todo lo que entra. Nos reunimos a diario para charlar sobre libros. Hemos formado un grupo de trabajo que funciona y se ha consolidado. Después está la atención al público, el contacto con las editoriales y proveedores. Nosotros no tenemos página web, no vendemos a través de Mercado Libre, pero sí mostramos las novedades a través de Instagram y Facebook, lo cual genera cierto movimiento”, comenta.

En el interior, el espacio de la librería está inundado por una luz ambarina. El piso de pinotea amortigua los pasos y en las paredes, por encima de los estantes colmados de libros, cuelgan pinturas del artista rosarino Daniel García. Oliva Libros es una de las 150 librerías del mundo a conocer antes de morir según una prestigiosa publicación europea, que la eligió tras una pesquisa internacional, en la que se incluyó tan solo tres de nuestro país (las otras dos son “El Ateneo Grand Splendid” y “Libros del Pasaje”, ambas de la ciudad de Buenos Aires). El volumen agrupa librerías de todos los rincones del planeta y las ordena por continentes y países, desde África hasta Oceanía. “En octubre del 2022 llegó un mail de la autora del libro, Elizabeth Stamp. Estaba seleccionando librerías de todo el mundo para publicar en una recopilación y dio con fotografías de Oliva. Intercambiamos información, le conté la historia de la librería y la editorial nos envió un contrato para el permiso de uso de las fotos”, relata Rangone sobre el galardón que catapultó a Oliva Libros a nivel planetario. La guía 150 Bookstores You Need to Visit Before You de la editorial belga Lannoo se publicó en marzo del 2023. La escritora y guionista estadounidense Elizabeth Stamp destaca en la reseña, entre otras cosas, que la preciosa arquitectura que envuelve a la librería es una invitación a “explorarla por horas”.

Oliva Libros es una de las 150 librerías del mundo a conocer antes de morir según una prestigiosa publicación europea, que la eligió tras una pesquisa internacional, en la que se incluyó tan solo tres de nuestro país

Tiempos de resistir

Es una mañana nublada de jueves y habiendo transcurrido más de una hora de la entrevista, ninguna persona cruzó la puerta del local. Rangone comenta que están vendiendo un promedio de ocho libros por día y, para que cierren las cuentas, necesitarían vender, como mínimo, 20 ejemplares diarios. Los datos de las cámaras que nuclean a librerías coinciden en señalar que en el 2024 el consumo bajó un 40% con respecto al mismo período del 2023. Una tendencia que no ha remontado en lo que va del año e incluso parece continuar en caída. “No se está viendo un repunte. O sea, no es que bajó el consumo y ahí quedó, sigue bajando. Esto es algo que ya lleva más de un año. No soy economista, pero pareciera que no va a ser algo que se revierta en cuestión de meses, como ha pasado en otros momentos de dificultades. Como dueño de la librería no recuerdo otra crisis como ésta. Es la primera vez que no le estoy encontrando la vuelta”, dice Rangone con un tono de resignación. Ante el actual panorama recesivo de la economía y desplome de ventas se suma el aumento de los servicios y alquileres. Un combo letal que ha llevado a la asfixia y cierre de numerosas librerías en diferentes ciudades.

Como dueño de la librería no recuerdo otra crisis como ésta. Es la primera vez que no le estoy encontrando la vuelta

A escasas cuadras de Oliva Libros, cerró, a fines de febrero de este año, la emblemática Librería Rayuela, ubicada en calle Corrientes al 500, poniendo fin a tres décadas de existencia. “Todo el sector está muy afectado. No solo bajaron considerablemente las ventas sino además todas las otras variables, como el alquiler y los gastos, subieron en forma exorbitante. Desde un flete que trae la caja de Buenos Aires a las bolsas para que la gente se lleve los libros, el papel para envolver, el pago de la luz, las expensas. Todos los costos aumentaron y las ventas bajaron”, indica Rangone.

Los datos de las cámaras que nuclean a librerías coinciden en señalar que en el 2024 el consumo bajó un 40% con respecto al mismo período del 2023. Una tendencia que no ha remontado en lo que va del año e incluso parece continuar en caída.

Otro riesgo que se cierne sobre el universo de las librerías independientes es la intención del gobierno de derogar la ley 25.452, conocida como la ley de defensa de la actividad librera, que se sancionó en el 2001, con el fin de proteger a las librerías independientes, editoriales y lectores frente a las lógicas comerciales de los grandes actores del mercado. Así lo anunció la Cámara Argentina de Librerías Independientes (CALI) una organización creada en diciembre del 2023 con el objetivo de “defender a las librerías como espacios fundamentales para el intercambio cultural, para el fomento de la bibliodiversidad y para la vinculación con nuestras comunidades lectoras”.

“Tratamos de hacer actividades en la librería y convocar gente. Generar movimiento que nos reúna y pasar el tiempo juntos, ya sea a través de la presentación de libros, lecturas de poesía, talleres, eventos musicales, visitas de autores de Córdoba, Buenos Aires, de Rosario. Resistir y sostener el espacio lo más que podamos”, concluye Rangone y se abre la puerta. Entra una señora y pregunta por un libro de una escritora coreana. Pronto la pregunta se convierte en conversación. Es la magia que sucede en este lugar: abrir el apetito de la lectura.

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