Desde las Buenas Prácticas nos proponemos retomar el andar de cientos de organizaciones sociales cuyas historias ya son parte de esta sección de enREDando. Acompañando sus procesos de luchas y de organización, esta semana te contamos en qué anda La Toma a siete años de su conformación; cómo sobrellevan los avances de la justicia y las contradicciones internas.
Mate amargo en mano, Carlos Ghioldi, recorre y analiza con enREDando estos años de compleja lucha y de permanente movilización. El presidente de la cooperativa asegura que el camino que el grupo de ex empleados del Supermercado Tigre decidió transitar allá por el 2001, es sumamente tortuoso y de aprendizaje. El proyecto que todos los días sostienen los treinta y cinco compañeros de La Toma (cooperativa de Trabajadores Solidarios en Lucha) tiene una gran implicancia social.
Con los años, fueron tejiendo un espacio para la interacción de diversos colectivos, estar a disposición del conjunto de las organizaciones y del movimiento obrero y popular, es una de sus columnas vertebrales. Además del supermercado, en el inmueble recuperado se encuentra el único comedor Universitario y Popular de Rosario, allí tienen su espacio emprendedores de la subsecretaría de Economía Solidaria de la municipalidad, se reúne la Mesa Coordinadora de Jubilados, la Asociación Argentina de Actores (delegación Rosario), y diversos grupos autogestionados. También funciona el Centro Cultural, la biblioteca y la cooperativa de indumentaria deportiva “Indepress”
“¿Qué es lo que socialmente hace que el emprendimiento siga existiendo, aunque lo lucrativo no sea lo más importante?”, se preguntan repetidamente, y se abre la discusión con opiniones encontradas en torno a necesidad de generar recursos económicos y de sostener el fin social. Recuperar el ex supermercado del empresario Ragunaschi, significó a la vez poner en marcha un camino cooperativo donde priman los criterios sociales, y no resulta sencillo arribar a consensos en el marco de un grupo con intereses heterogéneos. “En estos siete años todos aprendimos un montón, y creemos que puede servir para fortalecer la perspectiva de la organización y el avance de los trabajadores, no creemos que La Toma vaya a competir contra Carrefur o La Gallega, creemos que es una demostración que ante la adversidad los trabajadores pueden organizarse, luchar y dar una respuesta positiva. Pero una respuesta que está íntimamente ligada con que los trabajadores estén al servicio de otras luchas de los demás trabajadores. A no todos les interesa la ideología, es complejo”, analiza Carlos.
“Por ejemplo, el local tiene una capacidad de seiscientas personas cómodas, vino un grupo de Desocupados diciendo que juntaría dos mil y que ponía toda la plata de una. Les dijimos que no, porque no queremos albergar a tanta gente donde entran seiscientas seguras. Lucrativamente es una medida pésima, pero es responsable socialmente. Lo mismo sucede con el comedor Universitario y Popular, que fue menos rentable en lo económico que un patio de comidas o un fast food, pero permitió un movimiento de mayor acompañamiento a una causa popular”, referencia Ghioldi, que también es Secretario gremial del Sindicato de Empleados de Comercio de Rosario. “Es una contradicción constante porque hay meses muy ajustados económicamente, tratamos de ser lo más fieles posible a los principios que le dieron origen al lugar”, agrega Carlos y convida el mate.
Encuentro de diferencias
En este tiempo se fueron reforzando los espacios de asamblea, considerándolos esenciales para que confluyan las discrepancias. Periódicamente mantienen tres niveles de reuniones, la asamblea general, las de sector y la administrativa. De las asambleas generales participa todo el colectivo de la cooperativa y allí se deciden las orientaciones globales. “Ahora estamos implementando una nueva instancia que es con los habitantes de La Toma, o sea, coordinando con otros sectores que participan en el local, la idea es que éstas se realicen con regularidad”, continua el vocero de la cooperativa.
Frente a los avances de la justicia
A fines de 2007 una resolución judicial sacudió a los trabajadores de La Toma informándoles sobre la “inviabilidad” de los proyectos desarrollados en el espacio recuperado, se los tildó de ocupantes ilegales, tomando como argumento el vencimiento de la expropiación temporaria. La noticia de la Jueza Lotti dejaba a la vista una vez más los permanentes avances que enfrentan los trabajadores, que cuentan con una importante legitimidad social pero no legal. Gracias al considerable apoyo recibido por parte de organizaciones sociales, sindicales, estudiantiles y de organismos de derechos humanos se logró frenar dicha maniobra. “Este es un procedimiento tortuoso, no es un camino de pétalos de rosas, sí de mucho aprendizaje. Las circunstancias moldean bastante esta experiencia, al tener la justicia en contra, tener hasta el año 2003 al gobierno provincial en contra, con varios intentos de desalojo, entonces estamos siempre alertas a cómo defender y cómo organizar la mayor movilización social para sostener el lugar”, desliza Carlos.
A cuatro años de aquella entrevista con enREDando en la que Ghioldi marcaba como fundamental la necesidad de la aprobación de la ley de Expropiación, siguen en lucha y esperanzados de que el actual gobierno la sancione. “La salida acá es aplicando los criterios de la Ley de Expropiación, es decir, declararlo suscripto de utilidad pública. Eso es lo que peleamos y eso atenta contra el lucro privado. Es una discusión interesante porque hay sectores judiciales que plantean que la cooperativa no es lo suficientemente rentable para que se expropie el establecimiento. Nosotros opinamos que no es lo suficientemente rentable porque es de utilidad pública, sino pierde el espíritu que queremos. Siendo de utilidad pública el inmueble tiene que estar a disposición del conjunto de las organizaciones y del movimiento obrero y popular, en ese marco es que se desarrollaron todas las actividades que conviven en La Toma”, concluye.