Otra vez, la poesía. Detrás del muro de la Unidad de Detención N° 3, el encuentro poético trazó un puente entre poetas que escriben desde el encierro y aquellos que viajan para compartir sus lecturas al interior de una cárcel. enREDando se sumó a la actividad realizada en el marco del Festival Internacional de Poesía 2011. Compartimos poemas, voces y sueños.
Por María Cruz Ciarniello
Poesía. Vuelo. Aire. Libertad sin rejas.
Muros, afuera y adentro. Salir, soñar, viajar.
El lápiz empuña el arma y traspasa el límite de lo indecible. La noche deja de ser oscura y el día deja ser gris . El decir se hace carne en el cuerpo de un hombre que se rebela con la palabra.
Un nuevo Festival Internacional de Poesía tuvo lugar en Rosario. Además de las lecturas diarias en las diferentes sedes, hubo actividades que llevaron la lectura poética a otros espacios. El Centro Cultural el Obrador en la comunidad qom y la Unidad de Detención N° 3, la cárcel de varones, fueron algunos de esos lugares donde el decir poético iluminó el encuentro. Encuentro poético con un alto vuelo de las palabras, las frases, las rítmicas y los sueños.
enREDando, como todos los años, participó de la actividad en la cárcel de varones. El taller de poesía Historial de Soledades se desarrolla desde hace 10 años en ese confín donde el encierro, a veces -solo a veces- puede más que la esperanza.
El encuentro fue intimista. Poetas extranjeros y del país ingresaron a la cárcel. Cada uno de ellos leyó un poema. Los chicos, en su mayoría jóvenes que participan del taller de poesía, leyeron los suyos. Cada lectura era un canto a la libertad y a lo posible.
Así, los poemas se fueron encadenando. Cada uno de los jóvenes detenidos en la Unidad 3 esbozaron el perfil más oculto de sus emociones. Derrotaron al sueño, a la ceguera, a la posibilidad extrema. Unieron esos extremos, descifrando hábitos. “Sin llaves puede entrar otra voz”, “mi mano en la mirada”, “la magia se queda en mi pulso”, un “poema escrito desde este lado”. Voces que retumban en el descubierto, en la noche profunda, en el pasado, en la marea. Ellos escriben y hacen de la libertad un ensueño poético.
“A pesar de que hace 5 años que entran consecutivamente, cada año se renueva la emoción. Nos entusiasma y conmueve. Estos desafíos modestos que tenemos de llevar la poesía a estos lugares oscuros lo vamos logrando paulatinamente. Creo fervientemente que el arte y la cultura siempre establece puentes”, dice Susana Valenti, poeta y escritora que coordina el taller Historial de Soledades.
Orgullosa de “sus valientes”, como ella llama a sus poetas, expresa: “el orgullo tiene que ver con el cariño que ellos te tienen. Además, de que puedan sostener su voz con dignidad. Que la poesía se sostenga y parta de un lugar inteligente. Este año cumplimos 10 años del taller.”
10 años de un Historial de Soledades que perdura en la espesura de una cuadrícula vigilada.
10 años de un taller que se sostiene con la palabra, en una cárcel donde parece que el mundo se detiene, imperceptiblemente. “En lo personal, uno crece todos los días muchísimo”, dice Susana. “Acá, cuando uno viene a un lugar donde el corazón está a la intemperie, cuando te encontrás con chicos que están golpeados, y aun asi, elijen venir a un taller de poesía, creo que a uno le marca el destino para el resto del viaje. Creo que de todos los trabajos que he hecho desde hace 40 años para la literatura, el verdadero galardón humano es trabajar en un lugar de clausura y de encierro como este, porque este es un pequeño y breve espacio de libertad. Hoy, ellos salieron de su invisibilidad y se transforman en pequeños héroes de su resistencia”.
Con algunos de ellos conversó enREDando.
Roberto
Hace dos años que participa del Taller de Poesía. “Me gusta escribir. La poesía que escribí me traía recuerdos de cuando era un niño, que pintaba árboles azules y el pasto gris. Con la poesía puedo abrirme y ser sincero conmigo mismo. Estuve mucho tiempo bajo tratamiento psiquiátrico y ahora, con la poesía puedo abrir mi mente, liberarme, expresarme, explicar imágenes”. Roberto se siente a salvo con la imagen poética. “ Todo lo que la ciencia me tenia oculto bajo una pastilla, yo dentro de la poesía lo puedo narrar y explicarle a otro realmente lo que mi corazón siente o mi mente piensa”. Y así escribe:
La noche profunda
me lleva a parajes tenebrosos
Con acento pagano
la calma se parece al miedo.
El silencio está solo.
Transita allí un niño
que pintaba arboles azules y el pasto gris.
Muchas veces
elijo quedarme fuera del lenguaje.
Para que esa imagen
este a salvo.
Pablo
“Empecé para evadirme del silencio del pabellón”, dice Pablo. Para él, “el poema descubre el caos y revela en mi voz la de un niño que desea ser encontrado”. “Yo pensaba que la poesía era más para las mujeres. Descubrí que la poesía no es masculina ni femenina, sino un todo, es una luz, una puerta abierta que nadie puede cerrar”.
Detrás de esa puerta, Pablo mira su mano y escribe:
El pasado es un sello
es la aguda memoria
que teje pasos a la deriva.
Sobre ese borde
los ojos se mezclan
con detalles que no existen
cargan sitios que no conozco.
Cómo puedo recrear este poema
sin una luz que caiga
aunque venga de lejos.
Maximiliano
Maxi es un soldadito de plomo que con su lápiz traspasa el hormigón. Escribe un poema y se ilumina. Hace dos meses que se sumó al taller de Susana. “Siempre me gustó escribir pero nunca me había integrado a un taller. Me lo recomendó el equipo de asistentes sociales y me anoté. Con la poesía alcanzo lo que físicamente tal vez, no lo puedo alcanzar. Eso es lo que siento. La poesía es poder, la palabra te permite poder alcanzar algo. Hay personas que tal vez están presas en cárceles invisibles y quizá la poesía sirva también para concientizar”.
Traspaso el hormigón con mi lápiz
y te veo inmóvil
Con el peso del metal encima
cuidando el horizonte
El viento se empeña
en quebrar tu rostro curtido
y sé que lo consigue
en la profundidad de tu mirada.
Aunque no lo creas, ya no te odio,
pero aborrezco tu plomo
que antes era mío.
Parecemos diferentes
sin embargo, yo estuve en tu cárcel
y desde acá te llamo soldadito.
Sé que para vos es de oro el barrote.
Fundilo y escapá
porque no sos alquimista
Daniel
Daniel ya hace 4 años que participa de los festivales de poesía en la cárcel y del Taller Historial de Soledades. Cada año, aprende un poco más. “Es una forma de salir de acá adentro”, dice, ya seguro que la poesía es un puente hacia el afuera, un viaje hacia otros continentes. El poeta, para Daniel, “es el dueño de las imágenes, de las palabras esquivas”.
Su poema está dedicado a la memoria de Jorge Luis Borges.
El poeta ciego sin reproches,
pone luz a su último poema.
Por encima de cualquier color
son versos tristes
Con un ritmo preciso
la mano temblorosa
los ha vuelto ilegibles
Desierto de vanidades
sangra al escribirlo
como su lenta noche,
como su corazón
¿Acaso hay algo
que no se despida sangrando?
Palabras del afuera: Guatemala y Chile
Rosa Chavez es una poeta guatemalteca. Participó del Festival y leyó un poema en la cárcel de varones. ¿Por qué decidió ingresar? “Pienso que todos los espacios son espacios para la poesía. Como poetas cumplimos una función social y política y la poesía es un medio de liberar el espíritu. Para mí es importante conocer de verdad el lugar y compartir lo más posible con la gente.”
Rosa está emocionada después de haber escuchado y compartido las lecturas en el penal. “Son textos fuertes” dice, en alusión a los escritos de los poetas del Taller Historial de Soledades. “Estoy conmovida, pero a la vez, es una fuerza que ellos nos transmiten.”
José Cuevas es de Santiago de Chile. “Este lugar es uno de los lugares donde las personas más sufren. Es un punto humano de gran potencia. A través de la poesía muchas personas se han restituído. La poesía es el mundo en palabras, en todas sus formas. La poesía es lenguaje. De acá me llevo emoción”, se despide José.
Mientras tanto, los otros poetas, los que sostienen con la palabra el Historial de Soledades, seguiran dibujando, desde el encierro, epigramas en el aire.
Y serán libres.