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Un militante de la iglesia popular, por Rubén Dri

  • 14/03/2013
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Ha muerto Hugo Chávez, líder de la revolución bolivariana, de la recuperación de la Patria Grande Latinoamericana y de las raíces liberadoras del cristianismo que se expresan en la iglesia popular profética. Su proyecto de “socialismo del siglo XXI” es profundamente innovador, creativo, que recoge lo mejor de los aportes del pensamiento de Marx y otros teóricos revolucionarios, reinterpretándolos desde la realidad venezolana y latinoamericana.

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En esa realidad venezolana y latinoamericana descubre al cristianismo expresado en sus corrientes renovadoras y revolucionarias como una de las vertientes fundamentales de la cultura del pueblo venezolano y latinoamericano. “El primer socialista de nuestra era fue Cristo” es una de sus consignas que suena rara sólo porque se ha ocultado el proyecto revolucionario del movimiento que construyó Jesús de Nazaret, por lo cual fue asesinado por el imperio romano.
Al revés de la jerarquía eclesiástica de Venezuela y de todo el continente latinoamericano, Chávez redescubrió por el contacto con su pueblo, por el conocimiento de la historia de las luchas latinoamericanas por la liberación, por su lecturas de los textos del cristianismo de la primera hora y de la Teología de la Liberación, las raíces liberadoras del cristianismo que se expresan en una iglesia popular que se disuelve en el pueblo, que se expresa en reuniones y luchas populares.
El comandante Hugo Chávez Frías se definía a sí mismo como profundamente cristiano y proclamaba a Jesús de Nazaret, el Cristo como “comandante en jefe de la revolución”. Sólo quienes ignoran que el nazareno formó un movimiento que se enfrentó al sacerdocio y al imperio pueden escandalizarse o extrañarse de tal proclama.
La iglesia como la interpretaron los primeros cristianos no fue una institución sacerdotal, jerárquica. En realidad, hablando de los cristianos de la primera hora, no es correcto hablar de “la iglesia”, sino de “iglesias” que eran asambleas que inspiraban en el proyecto profético, popular, de Jesús de Nazaret. En cada lugar en que los cristianos redescubren al Jesús liberador, renace la iglesia popular.
Hugo Chávez fue un militante de esa iglesia popular que hoy llora su muerte pero que sabe que resucita en sus sueños, en sus proyectos, en una palabra, en sus luchas. Militante de una iglesia que renace en Latinoamérica con fuerza, mientras la renuncia de Benedicto XVI desnuda el fracaso de la Iglesia sacerdotal, jerárquica que, traicionando el proyecto liberador de Jesús de Nazaret, ha unido su suerte a la de los poderosos.

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