Especial – Mujeres Trabajadoras
Elena Rigatuso ejerce la lucha porque así ha sido siempre. De su trabajo se jubiló hace once años pero su lucha sigue haciendo aportes. En defensa propia y por los que vendrán. Se pregunta si a este ritmo seguiría existiendo la jubilación. Si es cierto que el futuro ya llegó, llegó como ella no lo esperaba. Lucha de clases, el fuego colectivo y los jubilados que se organizan. El llamado sector pasivo está muy activo moviendo el músculo de la resistencia. Elena, advierte: “Yo estoy en mis últimos cinco minutos pero hay un montón de gente atrás”.
Elena trabajó treinta y nueve años en todos los niveles educativos pero fundamentalmente en la educación primaria. De todos esos años estuvo doce frente a curso y veintisiete en la dirección de distintas escuelas. Hoy, sus días de docente jubilada no discurren mansamente como podría suponer la etapa pos laboral: el júbilo está en la lucha.
“No sólo está desprendido el concepto de que los jubilades somos parte de la clase trabajadora, sino que está desprendido que los trabajadores mismos somos parte de la clase trabajadora”. Elena deja planteado lo que a todas luces es un oxímoron y al mismo tiempo un signo de época. “Se ha instalado cómodamente este concepto de clase media, que es un concepto mentiroso creado por los intelectuales del capital para enfrentarnos entre nosotros”. Elena siempre se consideró una trabajadora de la educación. Dice que podría haber trabajado más en la universidad pero que prefirió la educación primaria. “Y la militancia gremial”, agrega.
Cuando piensa en la palabra trabajo, asocia rápidamente: “La relación con el mundo social”. Pero un momento después suelta prenda desde otro costado del asunto, desde la fibra personalísima: “Mi lugar en el mundo”. Perteneciente a la generación que luchó en los 70`, Elena trae consigo el orgullo de ser trabajadora. “Para nuestra generación lo bueno era estar ligado, ser parte de los otros”. La perspectiva que trae Elena sobrevuela en un clima marcado por la atomización individualizante, pero al mismo tiempo en un momento en el que se volvió furor a nivel mundial la serie de El Eternauta que plantea que ´un solo héroe no es suficiente´.
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Es julio de 2024 y Elena está al aire en la frecuencia que transmite la FM Aire Libre, la primera radio comunitaria de Rosario que empezó a caminar sobre fines de los ochenta. En su micro ´La escuela que queremos´, Elena lee al aire una carta abierta al gobernador Maximiliano Pullaro, firmada con su puño y letra. La lectura completa le insume cuarenta y nueve minutos en los cuales va discurriendo sobre diversos temas que atañen a la educación, a la cultura, a la vida. Señala los temas urgentes que corren por las venas abiertas: desigualdad, violencia, desocupación, consumo y pibes consumidos. Habla desde lo que conoce, lo que vio, vivió y sintió durante las casi cuatro décadas que estuvo al frente de las aulas primero y de las direcciones después. Habla de la reproducción de la exclusión, de la precarización, de la marginalidad. Sobre el final, dice:
´Imagino que cuando aceptó su postulación como gobernador sabía que tenía por delante una tarea gigantesca, aspiraba a ser el gobernador de todos. Y todos somos todos, aún los más desarrapados y extraviados. Le pido por favor que no se lo olvide: Todos somos todos.
Respetuosamente.
Elena Rigatuso / Docente jubilada
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Elena eligió la educación primaria porque dice llevarse “muy bien con los pibes”. Su plan era primero trabajar en el grado para poder saber de qué se trataba y luego dirigir un proyecto educativo. A pesar de tener la posibilidad de trabajar en el centro, siempre prefirió los barrios. Sus últimos quince años fueron en la escuela Nicasio Oroño, donde asiste la población de la villa de La Travesía con un porcentaje altísimo de población qom. “No hay pibes más maravillosos que esos. Cuando los voy a visitar se los digo. Mi relación con el trabajo es una relación amable, dichosa. No me arrepiento de ese amor”.
Elena tiene 71 años y no desearía vivir eternamente. Hace once se jubiló y si bien nunca abandonó la vida gremial, tampoco se imaginaba en esta época de su vida militando con jubiladxs. Hubiera querido estar haciendo otra cosa. Cuando era muy joven se imaginaba viviendo un mundo socialista y trabajando en el Ministerio de Educación. Pero este último gobierno le hizo sentir que la lucha era por ahí, con el Frente de Jubilados en Lucha. “Lo que hacemos es lo que hicimos siempre”.
El FreJEL (Frente de Jubilados en Lucha) existe desde 2017, y su antecedente fue la Mesa Coordinadora de Jubilades que nació hace varias décadas y que tenía una fuerte marca partidaria. “En el FreJEL hay una divergencia política amplísima”, cuenta Elena, para quien en ese aspecto radica la mayor fortaleza. “Creo que nuestro éxito está en la diversidad”. Explica que de esta forma –donde la mayoría son independientes políticamente- sólo existe en Rosario, porque en CABA son distintas agrupaciones ligadas a expresiones partidarias. “Como el método es asambleario, lo cual es grandioso y es un caos, lleva su tiempo”.
Con un staff permanente de entre veinticinco y treinta personas, el FreJEL se reúne semanalmente. Quienes participan tienen entre 60 y 90 años. Las intermitencias en algunas participaciones se deben lógicamente a algunos problemas de salud propios de la edad. Elena discute la idea de vanguardia con la que a veces suele asociarse la lucha de los jubilados. “No somos ni podemos ser vanguardia. Somos parte de la resistencia de los trabajadores. Y no somos los únicos que estamos luchando”.
Generar comunidad y laburar colectivamente. Lejos de la vanguardia, la lucha de lxs jubiladxs se volvió una referencia indiscutible a la hora de hacer frente de manera sostenida a la miseria planificada. Juntarse, organizarse, proyectar, resistir, luchar. La marcha y la ronda. La memoria celular de las experiencias de lucha del siglo pasado y las que van ocurriendo en este cuarto de siglo XXI. ¿Será que la resistencia nunca se termina? Elena no duda: “No se termina nunca porque siempre hay lucha de clases. Y porque en todos los gobiernos el sector más fácil de exfoliar hemos sido los que llaman el sector pasivo. Precisamente porque no tenemos lugar de inserción”.
El sector “pasivo” tiene mucha actividad: desde el FreJEL el año pasado organizaron 75 actividades. “Estamos en todos lados, con 40° de calor, en los actos de los otros…”. En relación con las convocatorias más masivas, Elena recuerda que “la primera cosa pública grande fue el año pasado con el veto. Lo que puso en la vidriera a los compañeros de CABA fue la aparición de ese actor político que son las hinchadas”. Lxs jubiladxs traccionaron a las hinchadas y las hinchadas a los gremios.
Pensando en las formas del trabajo, Elena apunta sobre la reconfiguración de las fuerzas laborales, señalando la disminución de las personas ocupadas en relación de dependencia, como también la situación de aquellos trabajadores que estando en relación de dependencia, por la híper calificación ni siquiera saben de quién depende. Además, menciona la “masa enorme de excluidos”.
Antes de decidir que se sumaría a la lucha del FreJEL, Elena intervino en una asamblea para referirse al discurso que había dado Milei en una escuela previo al inicio del ciclo lectivo 2024. Mientras el Presidente hablaba, dos estudiantes se desmayaron y la respuesta de Milei fue burlarse de la situación. “No podemos naturalizar lo grotesco”, había apuntado Elena. “Si un docente hiciera algo así, ¿cuántos sumarios nos comeríamos?”. También se refiere a la narrativa del gobernador Pullaro en relación con la política carcelaria como lugares de castigo. “Se pretende hacer cargo a los menores del caos que ellos no generaron. La no baja a la imputabilidad de los menores es parte del programa del Frente de Jubilados en Lucha. Estamos comprometidos por los que vendrán”.
Los de atrás vienen conmigo
Con una mirada ancha, Elena desarma los principales elementos sobre los que hace pie el Estado capitalista: el consenso y la represión. “Ellos no son tontos, producen teoría sobre la teoría que nosotros produjimos. Los tontos somos nosotros que repetimos como un mantra cosas sin siquiera limarlas”, propone a modo de autocrítica. Ensaya en voz alta: “¿Por qué ganó Milei? Porque más allá de que mintió con el concepto de casta que después reproduce, la gente está re podrida de la casta y de la rosca. Y tiene razón”. Según su perspectiva, ese es “un sentimiento real de repudio”. “No se puede decir que no está cumpliendo su programa, dijo que iba a arrasar con todo y lo está haciendo”. Elena dice que “hay un sector que banca ese odio exacerbado a lo que es la contención social, la salud pública, la educación pública”.
Como botón de muestra de la situación acuciante que viven los jubilados, Elena trae a colación el hecho que ocurrió hace poco en Buenos Aires con una jubilada que se tiró bajo las vías del tren. Por fortuna, el maquinista consiguió frenar. Elena subraya el estado de desesperación. “Esa jubilada dice no quiero ser una carga para mis hijas. A todos los jubilados nos está siendo duro vivir pero hay compañeros que ganan la mínima ($350.000) y creo que si no decidieran luchar como luchan, no lo resistirían”.
Sobre las razones por las que luchar, Elena enmarca: “Los jubilados que estamos luchando hoy somos los mismos que hemos luchado toda la vida. Si ha sido siempre nuestra razón de vivir la lucha, hoy también. En defensa propia y también con una enorme preocupación por lo que vendrá. ¿Va a haber jubilación para los otres trabajadores?”.
En el final de la charla, cuando debe soplar una vela imaginaria pidiendo un deseo, Elena se toma varios segundos, respira, y después suelta: “Los deseos son tantos…”. Avisa: “Me vas a hacer llorar”. Finalmente, con la voz notablemente cascada, desea: “No quiero que sigamos perdiendo generaciones. No quiero eso. No quiero eso”, repite. Recuperando el caudal, agrega: “Peleo con todas las fuerzas que tengo por eso. Yo estoy en mis últimos cinco minutos pero hay un montón de gente atrás. No es mágico, es un proceso. Cómo se va a dar, no sé”.