Llegado a la Argentina tras haber sido detenido por el ejército israelí junto a sus compañeros de la Global Sumud, la flotilla que se propuso abrir un cordón de ayuda humanitaria en Gaza, Carlos Cascote Bertola conversó largamente con enREDando. La cuestión Palestina, su pertenencia a una generación diezmada por el terrorismo de Estado y el proyecto que busca democratizar la navegación con un fin concreto: la urgencia de no dejar de hablar de Gaza.
Navegante y poeta. Así, dice Cascote que le gustaría definirse hoy. Y ensaya una presentación mientras lleva a recorrer uno de los espacios de militancia que lo cobija. Carlos Cascote Bertola es una tromba, habla a borbotones (aunque también se permite la escucha), enumera, recuerda, se emociona.
Al mando del Estrella y Manuel, uno de los barcos de la GLOBAL SUMUD, la flotilla de ayuda humanitaria que logró que los ojos del mundo se volcaran a una Gaza hambreada y arrasada por las bombas sionistas, Cascote fue uno de los tripulantes detenidos y secuestrados por el ejército israelí, llevados a una cárcel en medio del desierto, en la que pasaron seis días incomunicados.
El encuentro para la nota fue pautado en la Comunidad Ferroviaria, centro político y cultural que rebalsa militancia; emplazado en el predio de los antiguos galpones del ferrocarril en Tolosa, cuna fundacional de la ciudad de La Plata. Allí, en lo que fue un predio abandonado por el Estado que hoy se erige como polo productivo, confluyen los proyectos ADDHHE, (Autoconvocados en Defensa de las personas viviendo con VIH-SIDA), las cooperativas de trabajo Textil Estrella Azul, Raíz Obrera (encargada de producir una línea de juguetes y muebles de madera a medida) y la radio Trinchera, puntal de resistencia de la comunicación comunitaria, entre otros. Donde se amasan los sueños.
Desde que pisó suelo argentino, Cascote Bertola se volvió una presa codiciada para los medios. Capitán de uno de los cuatro veleros civiles que partió de Barcelona e integrante del colectivo internacionalista ALBA, una articulación continental de movimientos sociales y populares que comparten el proyecto de la alianza bolivariana, Cascote tomó contacto con la organización de la flotilla en su paso como veedor en las últimas elecciones en Caracas, cuando una compañera lo escuchó hablar de un proyecto náutico popular. Ahora, tras veinte días de arribado al país, en el galpón donde se amasan los sueños, Cascote invita a recorrer cada rincón rescatado por los trabajadores y muestra una embarcación que está siendo recuperada y será destinada a su intento por democratizar la instrucción de la náutica, a la vera del río de la Plata, en Berisso, ciudad colindante a la capital de la provincia.

¿Cuál es el balance a días de haber regresado a casa tras la detención del ejército israelí?
– Fueron momentos esperados porque los habíamos ensayado varias veces pero se dio de una manera bien distinta; nunca es sencillo que vengan barcos de guerra a cortarte el paso, a exigirte que desistas de la actitud de continuar navegando rumbo a Gaza. Eso era lo que hacían, nos gritaban por alto parlante, (yo no hablo inglés ni hebreo así que no entendía mucho), pero eso entendíamos. Que nos pedían que cambiáramos el rumbo, hacia el norte o hacia el sur pero que dejáramos de navegar al este. Rumbo al sol, vamos bien, decía yo en las historias que subía a las redes. A medida que seguíamos y los esquivábamos eso los enojaba mucho. Ahí nos cayó toda la electrónica: había un barco muy grande que cuando se arrimaba, apagaba toda la electrónica en el nuestro. Seguíamos rumbo a Gaza con el compás magnético que sigue funcionando siempre, pero cerca de las 40 millas, a las cuatro de la mañana, ya en aguas territoriales palestinas -si nos manejáramos con las normas internacionales-, ahí vinieron muchos gomones con soldados arriba que se treparon al barco con fusiles de asalto a decirnos que estábamos detenidos. La incertidumbre era anterior, manejábamos tres hipótesis, la más firme era la intersección porque es la que más ha ocurrido. A veces ha sido más violenta, a veces, menos. La diferencia era el volumen de esta flotilla, íbamos cincuenta barcos, cerca de quinientas personas.
El éxito de la flotilla, los millones de personas que tomaron conciencia del genocidio en Gaza, ahí estuvo la virtud de la organización de la flotilla; en convocar gente de distintas nacionalidades; eso hizo poder instalar el tema y romper el cerco mediático en cada país.
Muchas personalidades, no solos los influencers que además eran los jefes de la flotilla sino el nieto de Nelson Mandela, embajadores, sindicalistas, diputados, personalidades de todas partes del mundo que hacían de escudo para que la posibilidad de que nos mandaran al fondo del Mediterráneo con un misil se achicara lo más posible. No teníamos mucha noción estando detenidos, y seis días incomunicados de que la atención de gran parte del mundo estaba puesta también en nosotros. Eso no es común en ningún proceso; seis días sin acceso a la comunicación, sin teléfono, solamente entraban las representaciones diplomáticas de cada país, y dependiendo qué delegación, tenías mejor suerte. Era como un gran teléfono descompuesto dentro de la celda, salía uno, creíamos que se iba en libertad y en realidad iba a hablar con el cónsul y así. Los europeos e italianos metiendo mucha más presión, haciendo un paro descomunal. Hicieron un paro general increíble, obligaron a Italia a poner un avión y sacar a sus ciudadanos porque se prendía fuego el país. El éxito de la flotilla, los millones de personas que tomaron conciencia del genocidio en Gaza, ahí estuvo la virtud de la organización de la flotilla; en convocar gente de distintas nacionalidades; eso hizo poder instalar el tema y romper el cerco mediático en cada país. Y también asumirlo desde otro lado; siempre que se trata el tema Palestina o la cuestión de Medio Oriente se lo hace desde un costado muy particular y en la Argentina con medios de comunicación sionistas, difícil de romper. Eso un poquito lo logramos.
Gaza es hoy un campo de concentración a cielo abierto, no entra nada si Israel no lo quiere y cada tanto no lo quiere y se mueren de hambre porque no hay comida, no los dejan pescar algo que podrían hacer, el 80 por ciento de Gaza está destruida y bajo los escombros, por lo que el tema comida ahí es mucho más complejo. Los gobiernos no hacen nada. Mientras íbamos navegando se desarrolló la asamblea de la ONU que fue un mazazo para Israel, señalando esta situación de genocidio que Israel no para. Empezaron a reconocer los dos estados, aunque ellos siguen sin hacerlo. A nosotros nos secuestraron y nos acusaron de entrar ilegalmente a Israel, nosotros no estábamos en Israel, estábamos yendo a Palestina, que, en aguas internacionales podíamos entrar a Palestina. Ahí es donde está el delito que supuestamente cometimos.
Gaza es hoy un campo de concentración a cielo abierto, no entra nada si Israel no lo quiere y cada tanto no lo quiere y se mueren de hambre porque no hay comida, no los dejan pescar algo que podrían hacer, el 80 por ciento de Gaza está destruida y bajo los escombros.
De un genocidio a otro
Cascote es de esas personas que parecen haber vivido mil vidas. Y quizá esta sobrecarga de experiencias, desde las más emotivas hasta las más traumáticas refleje, como una marca indeleble su vuelco hacia la militancia, actividad que reconoce llevar adelante “desde que tengo memoria”. Tenía poco más de tres años cuando, tras haberlos fusilado, los militares a cargo del operativo le pidieron que reconociera los cuerpos de sus padres, tumbados en la vereda de la calle España y Griveo.
Encargados de una imprenta clandestina de Montoneros en San Antonio de Padua, -similar a las casas operativas platenses como la de calle 30, donde la patota de Etchecolatz secuestró a Clara Anahí Mariani Teruggi, nieta de Chicha, una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo-, Adelqui, Puchi Bertola y Susana Kili Virto fueron asesinados el 18 de noviembre de 1977, en un operativo militar que reventó la casa en la que, clandestinamente, se imprimían las páginas revolucionarias. Nacida el 26 de abril de 1949 en Salto, Kili estudió Psicología en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) donde conoció a Bertola padre.
“Mi mamá era de Salto y mi papá de Chivilcoy, vinieron a estudiar ambos Psicología, mi vieja se recibió, él, no. Militaban en la agrupación universitaria de las FAR, las Fuerzas Armadas Revolucionarias; transitaron la facultad medianamente juntos. Cuando las FAR y Montoneros se unieron, pasaron a ser Monto. En el medio, mi viejo fue funcionario de Oscar Bidegain, en la gobernación de la provincia de Buenos Aires. Cuando Montoneros pasa a la clandestinidad se van a Bahía Blanca. Yo nací en Bahía, tengo esas fotos en las que salíamos con la cabeza cortada, la típica foto para mostrar al bebé pero respetando su identidad. En Bahía se dio una caída grande, con mucha persecución, así que escapan y pasan por Tandil y Mar del Plata para terminar en Padua. Eran parte del aparato de prensa de Montoneros allá, una casa operativa donde se imprimía el periódico, en una imprenta escondida. Ahí caen y son asesinados, se llevan los cuerpos y me secuestran; una familia de militares me tiene mes poco más de un mes y llama a mis abuelos. Les hacen reconocer los cuerpos en la morgue y ahí es donde ellos preguntan dónde está Carlitos. Me devolvieron al día siguiente, en una plaza. Fui criado entre mis tíos y mis abuelos en La Plata; fue una infancia dura. El momento del operativo nunca lo pude reconstruir del todo. Creo que mi vieja me había traído del jardín y me dejó con una vecina momentos antes de que reventaran la casa. Se produjo el supuesto enfrentamiento y esta vecina, asustada, me entregó al Ejército.
Ahí caen y son asesinados, se llevan los cuerpos y me secuestran; una familia de militares me tiene mes poco más de un mes y llama a mis abuelos. Les hacen reconocer los cuerpos en la morgue y ahí es donde ellos preguntan dónde está Carlitos. Me devolvieron al día siguiente, en una plaza. Fui criado entre mis tíos y mis abuelos en La Plata; fue una infancia dura. El momento del operativo nunca lo pude reconstruir del todo.
Ellos querían saber, me dijeron que estaban desmayados, lo que fuere, por ahí era cierto, cuando entregaron sus cuerpos los devolvieron con pérdida de líquido encefálico por un tiro en la cabeza, o sea que los habían fusilado. Esa es más o menos la historia; mi abuela le prohibió a todo el mundo que me dijeran Cascote, el nene tiene un nombre, decía. De esto en mi familia no se habló, fue como no hablándose, y no se habló nunca. Había un compañero de escuela en Salto y habitualmente nos mandábamos alguna cagada; me acuerdo que una vez rompimos algo y nos llevaron a dirección y yo le decía a la directora, perdónelo a Alfredo que es hijo de desaparecidos, pobrecito. No me asumía. La directora seguro sabía pero nadie decía nada.
A los 16, ya más grande, un pibe me dice, ah, tus papás fueron los que pusieron una bomba y volaron, y yo le digo que mis papas murieron en un accidente de la vida. ¿Qué es un accidente de la vida? Patético, volví corriendo a preguntarle a mi abuela y ella ahí me contó una fábula que se había construido, lo del accidente de la vida durante años me lo creí, pero la historia de que un vecino robó un jeep, vino el Ejército y en ese cruce, murieron mis viejos, no. Al tiempo me vine para La Plata y descubrí la militancia. Ahí conocí a Daniel de Santis, yo estaba discutiendo con la directora en el Normal, me vestía como payaso, andaba de chambergo y poncho. Y tomando mate, le discutía que quería tomar mate. Daniel escuchó la discusión, me preguntó quién era y cuando le dije Bertola me abrazó, él lo conocía a mi viejo. Me metí en la agrupación la Vallese, más peronista, con gente más de mi edad, Aníbal Hnatiuk (abogado referente de los derechos humanos) me contó que se juntaban en Humanidades en un homenaje y ahí descubrí HIJOS, y todo lo que vino después. Ser parte de la asamblea, los escraches, conocí a mi compañera que era de HIJOS Mar del Plata, las regionales, todo eso fue un volcán en erupción.

La simpleza de lo mundano
El poeta Juan Gelman incluyó la historia del apodo de Carlos, navegante errático, a quien prácticamente nadie llama por su nombre, en Ni el flaco perdón de Dios, texto que recompone la etapa más oscura de nuestra historia reciente a través de la voz de los hijos de desaparecidos. Allí, Cascote cuenta que en un homenaje a las víctimas del terrorismo de Estado, una compañera de su papá le contó que, antes de nacer, él había anunciado: “Si es varón le voy a poner Cascote y si es mujer Gramilla porque así de simples van a ser”.
Cuando me decían ¿pero cómo te vas a ir a Gaza? Y yo les pido todos los miércoles a los compañeros que banquen a los viejos y están chupando gas. No veo la diferencia. Yo lo entiendo así, es parte de la misma militancia
La pregunta obligada, sobre si le hace honor al deseo paterno, se impone.
“Intento, claro. Peleo con los fantasmas. En estas dos semanas de exposición, cuesta, pero creo que pasa más bien por esa exposición a la que no estoy acostumbrado. Hay que militar, tratando de estar en la trinchera que vayamos encontrando, tratando de hacer análisis por donde pasa, buscándolo. En los noventa militamos en el movimiento piquetero y construimos miles de asambleas; recorrimos el país, fuimos parte de la resistencia piquetera. Por mi historia fui parte de HIJOS La Plata y de esa lucha por los derechos humanos; después la cosa me llevó más al movimiento piquetero y la construcción de los movimientos sociales – siempre militando desde organizaciones políticas porque entiendo que lo político es lo que reordena el resto-. Hoy desde la organización en la que estoy somos parte de Fuerza Patria, en esta lucha por cambiar este presente, en la lucha de los estudiantes; también estamos todos los miércoles chupando gas lacrimógeno bancando a los jubilados. Cuando me decían ¿pero cómo te vas a ir a Gaza? Y yo les pido todos los miércoles a los compañeros que banquen a los viejos y están chupando gas. No veo la diferencia. Yo lo entiendo así, es parte de la misma militancia-”.
“En los últimos años las vías navegables, los puertos, la producción artesanal y el canal de Magdalena se convirtieron en el tema recurrente de conversación en sobremesas familiares. Los bienes comunes, nuestros bosques, nuestros ríos, los acuíferos, los salares, el litio; en fin, la soberanía. Si bien siempre estuvieron presentes, hace un tiempo giraron su orientación hacia el mar con mayor intensidad”, escribieron sus hijos. Felipe y Manuela días atrás en un texto en el que exigían la liberación de Cascote, escrito que grafica esa búsqueda perseverante de un mundo que no es el que tenemos.
¿Cómo encontrás hoy la militancia en un contexto de una gestión de ultra derecha que recorta derechos a cada paso?
-A veces los compañeros se bajonean y es lógico, estamos en unos tiempos de mierda con Milei pero les digo, paciencia, en los 90, éramos cuatro. Íbamos a la ronda de las madres y los contábamos con los dedos. Hoy, vamos a cualquier movilización y es imposible conocer a cada uno de los militantes, no se puede. Estamos en un piso de subjetividad muchísimo más alto desde donde arrancar, desde donde empujar procesos, desde donde seguir. A veces se pierde perspectiva histórica y no se ve para atrás desde donde arrancamos. Valores como Patria o Colonia, consignas que cantábamos muy poquitos, tres o cuatro, se cantan por millones en una plaza o Fuerza Patria los toma como consigna por el endeudamiento que estamos teniendo con el Tesoro norteamericano. Esos son grandes pisos de subjetividad que cambiaron y abarcan a la mayoría de nuestro pueblo. Y un poquito con Palestina buscamos hacer lo mismo, y de eso se trata la militancia. Por Néstor y Cristina, la lucha de madres y abuelas, los HIJOS, de ser muy pocos los que reivindicaban la defensa de los derechos humanos, le paramos el 2 x 1 a Macri en esa movilización gigante a la Corte Suprema.
A veces se pierde perspectiva histórica y no se ve para atrás desde donde arrancamos. Valores como Patria o Colonia, consignas que cantábamos muy poquitos, tres o cuatro, se cantan por millones en una plaza o Fuerza Patria los toma como consigna por el endeudamiento que estamos teniendo con el Tesoro norteamericano. Esos son grandes pisos de subjetividad que cambiaron y abarcan a la mayoría de nuestro pueblo.
Con la naturalidad con la que Israel plantea que asesinar niños está bien porque van a ser futuros militantes de Hamas, era la mismo que planteaba la dictadura para secuestrar a los quinientos hermanos que se llevaron; esto de que si los criaba la familia iban a salir subversivos. Es el mismo pensamiento. Una lógica perversa de una visión del mundo que está muy mal. El correlato del por algo será o en algo andaban está si se quiere más suavizado que decir, está bien secuestrar un niño y matarlo porque está destinado a ser… eso me parece que llega a niveles muy peligrosos, demuestra la deshumanización total. En Israel están teniendo problemas con soldados que enloquecen cuando los mandan a matar nenes, porque, ¿cuál es la justificación? Decime lo que quieras pero me mataste el alma si me diste la orden de “ponete acá y cuando vengan a buscar comida disparás porque van a ser los próximos terroristas.» Mi miedo más grande es el plan que tienen para el mundo los malos más malos y Palestina es un gran globo de ensayo, si pueden cometer genocidio a cielo abierto y la humanidad no se indigna, puede hacer dos, tres, pueden elegir cualquier pueblo que se enfrente a los poderosos, las herramientas tecnológicas para que eso suceda, están. ¿Qué nos va a impedir que lo hagamos? Lo impedirá si el mundo entero se enoja y dice esto es un límite para la humanidad o no lo dice”-.
Ganó la resistencia del pueblo palestino
Si bien tuvo dos antecedentes, la Sumud Global fue la mayor iniciativa organizada por mar para intentar romper el bloqueo israelí en la franja de Gaza. La gesta llevada a cabo por cerca de quinientas personas de distintas latitudes que navegaron un mes en las cincuenta embarcaciones que partieron desde Barcelona primero, e Italia después, no pudo forjar la apertura del cordón humanitario que se propuso. Pero logró, sin embargo, que, como nunca antes el mundo posara sus ojos como en una Palestina hambreada y destruida.
En tiempos urgentes, la repercusión del viaje se expandió, principalmente en las redes sociales, que obligaron a los medios a hacerse eco de la travesía en aguas del Mediterráneo. Cuando el mundo se queda en silencio, nosotros zarpamos, decían desde la Global Sumud. Y vaya si obligaron al mundo a hablar.
Encargado de timonear el Isobella, el capitán argentino Jorge González, rescata lo positivo de la experiencia vivida. “Creo que fue una experiencia maravillosa desde lo humanitario, lo personal y lo político porque fue un éxito total. Se supone que el objetivo de la flotilla era abrir un corredor humanitario, eso hoy está funcionando; medianamente, no sabemos por cuanto tiempo. Sabemos que no se respeta el cese al fuego, pero, si en los últimos tres días no murieron veintipico de personas y niños es por ese cese al fuego, si bien es más o menos parcial, hay una disminución sensible del fuego. De alguna manera, la acción de la flotilla fue totalmente exitosa, hay un cese al fuego, no por la acción directa de la flotilla pero sí como un mecanismo indirecto. La flotilla en tanto pacifista y humanitaria despertó alguna cosa en muchos corazones europeos e hizo que se levantara un montón de gente; empezando por los portuarios de Génova, los de los demás puertos italianos, los puertos españoles, griegos, portugueses y franceses, la huelga general en Italia, con más de dos millones y medio de personas en las calles. No es mérito de la flotilla, evidentemente había un caldo de cultivo en relación ahí que no se veía pero estaba ahí. Y a veces falta una chispa que encienda la pradera. Eso protegió a la flotilla, me parece que fue como mutuo, porque si eso no estaba cuando los llevan detenidos los hubieran tratado de otro modo, mucho más violentamente. Me parece que se quedaron con las ganas de tratarlos como terroristas, realmente.
De alguna manera, la acción de la flotilla fue totalmente exitosa, hay un cese al fuego, no por la acción directa de la flotilla pero sí como un mecanismo indirecto. La flotilla en tanto pacifista y humanitaria despertó alguna cosa en muchos corazones europeos e hizo que se levantara un montón de gente
Los tipos toman nota de su aislamiento absoluto, inversamente proporcional su aislamiento al apoyo a la flotilla hacia Palestina. Por ese lado me parece que fue muy positivo. Hay que estar atentos, seguir peleándola, porque el cese al fuego es muy frágil. Yo apostaba a que no era tan violenta la cosa, y aún así bastante violentos estuvieron. Fue una locura ver como salen los presos, en qué estado se encuentran; hay gente que está mutilada, a la que le cortaron los brazos o las piernas del maltrato que han recibido. Es bien triste todo. Este mal llamado proceso de paz, este “mientras tanto”, ojalá que dure lo más posible para que no vuelva el genocidio cotidiano. Parte de este proceso de los últimos meses hace que Israel esté aislado como nunca y el tema Palestino jamás estuvo tan en medio de la política mundial ni siquiera en épocas de Arafat, de eso estoy absolutamente seguro. Para mí la sensación que me quedó con la flotilla es que hay un nuevo movimiento de solidaridad con Palestina, renovado, rejuvenecido. Un movimiento que vino para quedarse, me parece que sobre todo los jóvenes están comprometidos a su manera. Yo siempre fui solidario con la cuestión Palestina pero esto me marcó, la verdad es que no tengo ganas de hacer otra cosa. No tengo ganas de soltar esto, me parece que no es algo que terminó y eso me resulta prometedor. El gran vencedor es el pueblo palestino y su resistencia”.