Este sábado 3 de junio, en la localidad de Lucio V. López que está a 45 kilómetros de Rosario, se realizará el primer Encuentro entre productores, huerteros y amigos agroecológicos. El objetivo es conocerse entre los distintos proyectos que están en el camino de la agroecología y juntar fuerzas para construir juntos, entre otras cosas, una certificación participativa que avale el trabajo que se viene haciendo regionalmente. Laura Blaconá, de Suelo Común, estuvo en contacto con enREDando para explicar los motivos, las expectativas del Encuentro y los proyectos que implican la creación de distintos bancos de semillas en la zona para producir colectivamente.
Por Tomás Viú
[dropcap]E[/dropcap]n la exposición de Agroactiva, donde los productores agropecuarios se juntan para discutir de qué manera maximizar la eficiencia y la productividad, se presentó el primer tractor autónomo del mundo que profundiza la automatización del trabajo y el vaciamiento de los campos. Mientras tanto, desde Suelo Común, un proyecto agroecológico que nació hace tres años y que desarrolla una dinámica polimodal que ofrece una alternativa al monocultivo y a la producción agro-industrial, invita a juntarse, a compartir ideas y semillas y a hacer del campo un lugar donde estar y producir alimentos y organización
¿Cómo surgió la idea del Encuentro?
Laura Blaconá- Hay mucha solidaridad entre los productores o las personas que están empezando a tener un proyecto en transición hacia la agroecología. Pero todavía no nos hemos organizado. No hemos planteado algo como grupo o como región, algo que sí se ha hecho en otros lugares de Latinoamérica y de Europa por ejemplo. En esos lugares empieza a haber un movimiento de transición grupal. Nos pareció interesante encontrarnos y conocer nuestros proyectos. Lo veníamos hablando y ahora pusimos la fecha para el primer encuentro. Queremos ver en qué coincidimos y en qué nos podríamos ayudar. Hay muchos aspectos en los que podríamos potenciarnos. Surgió esta invitación y los productores se engancharon. Tienen muchas ganas de venir. Yo creo que va a ser hermoso. Si bien no sabemos bien hacia dónde vamos, éste primer encuentro es para empezar a ver en qué podemos colaborar entre todos.
¿Cuál es la propuesta?
L.B.- Las mingas que hacemos en Suelo Común siempre tienen un interés educativo. Venimos fomentando la agroecología. Pero esta vez el encuentro es con gente que está jugando en el equipo. Son productores que tienen sus propios campos y están haciendo trabajo extensivo o con huertas. Y también invitamos a los que quieren unirse y que por ahí tienen la idea en la cabeza pero todavía no la llevaron a cabo. La idea es que nos juntemos la gente que estamos haciendo algo en la región para ver en qué nos podemos potenciar. Qué podemos hacer juntos. No sabemos qué va a pasar pero esa es la propuesta.
¿Qué proyectos participarán?
L.B.- Eduardo Spiaggi, de Observatorio del Sur, está muy enganchado e inclusive me ayudó a pensar la idea. Muchos de los integrantes de Almacén Ambulante y también de Huertarteando. Y mucha gente que tiene proyectos individuales, algunos más chicos y otros más grandes. Viene gente de Casilda, Ibarlucea y otros lugares. La expectativa es que seamos entre treinta y cincuenta personas que no es poco para un primer encuentro. El que quiera participar puede escribir al facebook de “Suelo Común” o buscar el evento del “Encuentro entre productores, huerteros y amigos agroecológicos”.
Lo bueno es que está picando el bichito de organizarnos. Está la idea de plantear una certificación participativa. En este primer encuentro no se va a cerrar nada sino que va a empezar a abrirse. Queremos ver si podemos formar distintos bancos de semillas en toda la región para compartir, intercambiar y mantener vivas a las semillas. Si las semillas no se intercambian y no se plantan, se mueren porque son seres vivos.
¿Cómo será la modalidad?
L.B.- La idea es compartir una comida y una charla alrededor de un fogón. La intención es que después se sigan haciendo estos encuentros cada dos o tres meses en los distintos proyectos que ya existen para ir conociéndonos y pensando juntos nuevas ideas.
¿En qué consiste el banco de semillas?
L.B.- El principal banco de semillas es el que tiene Lucho Lemos, que hace un trabajo muy fino manteniendo las semillas vivas, compartiéndolas y estimulando para que se formen nuevos bancos de semillas. Hablando con él me surgió la idea de hacer un banco de semillas en Suelo Común para mantener vivas a varias especies cuyo poder germinativo es corto. Aparte de estimular que la gente empiece a cosechar se propia semilla para ser independiente, hay que ser activo en el guardado y en la plantación de semillas para volver a tener todos los años. Podríamos ponernos de acuerdo para que, por ejemplo, nosotros nos hagamos cargo de determinadas semillas para compartirlas el año que viene mientras otros bancos se encarguen de otras semillas también para compartirlas. Además del banco de semillas que haremos en Suelo Común, es importante que se replique en distintos lugares de la zona para tener muchas semillas.
¿Es una forma de poner en juego el policultivo y el patentamiento?
L.B.-Se llama certificación participativa. Hacer certificación orgánica es muy costoso porque hay que pagar todas las licencias. Por eso es muy interesante pensar en una certificación seria que dependa de los productores locales, siguiendo un protocolo y un estatuto formal. Sería una forma de avalar que todos hacemos agroecología. Esa certificación participativa en la región le daría seriedad a los proyectos y sería solidaria porque no sería costosa. Muchos están hablando de esto. No es algo que hayamos inventado nosotros. Tiene que ver con meterse en la transición hacia la agroecología de forma más ordenada y pensándolo colectivamente. Me parece que eso es mucho más poderoso que hacerlo de manera individual. Es complejo pero está bueno poder plantearse si somos capaces de organizarnos para hacer la certificación sin el Estado y sin la actividad privada. No es que tengamos un problema con el Estado pero está bueno tomar las riendas del asunto para hacer una transición civil donde no dependamos de ninguna entidad. Ese es el desafío. Hay muchos pueblos en transición hacia lo agroecológico.
Al intercambiar experiencias se intercambian saberes…
L.B.- Muchas veces en estos proyectos uno trabaja solo en el campo preocupado por ver cómo garantizar la sustentabilidad. Tendríamos que imitar a la naturaleza. Las plantas se ayudan entre sí para convivir. Nosotros podríamos hacer lo mismo. Yo soy súper optimista. Hay que encontrarse y unirse por donde hay conexión.
¿Cómo viene creciendo el proyecto de Suelo Común?
L.B.- Los árboles frutales van creciendo y los árboles nativos también. Tenemos muchos proyectos en la mira. Queremos armar una biblioteca integral con una biblioteca de semillas y otra de libros. Yo le digo biblioteca y no banco de semillas porque me parece que no tiene nada que ver con la plata sino con la difusión y la propagación. La biblioteca también incluiría herramientas para el trabajo agroecológico para que la gente pueda retirar. Y un disecador solar a disposición del pueblo. Y también estamos dando un curso de huerta agroeccológica con un ingeniero agrónomo de Totoras. Es un curso con certificación que dura dos años y es gratuito. Somos unas quince o veinte personas que estamos cursando todos los lunes.