Fotos: Ana Karina Delgado Díaz, desde Bogotá
En Colombia, la propuesta de reforma tributaria del gobierno nacional de Iván Duque desató un paro nacional el pasado miércoles 28 de abril que -una semana después- continúa, con la intensificación de la represión y violencia por parte de las fuerzas policiales y militares del Estado, y con cifras de muertos y desaparecidos que siguen aumentando. Como respuesta a la violencia estatal y el abuso de poder, se replican las movilizaciones en todos los rincones del país. La pregunta urgente que hoy debemos hacernos es: ¿Qué pasa en Colombia? Y desde allá, el grito y la respuesta es contundente: “Nos están matando”.
Pero en Colombia están matando desde hace décadas. Los crímenes de líderes sociales recrudecidos en los últimos años, los asesinatos de ex referentes de las FARC, acuerdos de paz nunca implementados, promesas de redistribución de las tierras incumplidas, la pobreza superando el 40 por ciento de la población, aumento de la brecha entre las clases sociales y un gobierno de derecha que en medio de la crisis potenciada por la pandemia decidió presentar una reforma tributaria que perjudicaba a las clases medias y pobres, beneficiando a los grandes capitales y bancos. De esta manera, con años de desigualdades y violencias, la reforma -que el gobierno ya dió de baja- fue el puntapié de un reclamo que va mucho más allá.
Hasta el día 4 de mayo, la ONG Temblores reportó las siguientes cifras en tan solo seis días:
216 víctimas de violencia física
31 víctimas de violencia homicida (entre ellas niñxs)
814 detenciones arbitrarias en contra de manifestantes
239 intervenciones violentas en el marco de protestas pacíficas
21 víctimas de agresiones oculares
77 casos de disparos de arma de fuego
10 víctimas de violencia sexual.
En primera persona, algunas de las voces de colombianas y colombianos que responden en este especial de Enredando: “¿Qué pasa en Colombia?”
La derecha, de Uribe a Duque
Elkin Ospina, docente, Medellín.
En 2018 ganó la presidencia el sector de Álvaro Uribe, que puso como presidente a Iván Duque. En 2019 su gobierno empieza a tener distintos paros, manifestaciones de inconformismo, huelgas y además se presenta el aumento de la pobreza, no se implementan los acuerdo de paz especialmente en lo que tiene que ver con la redistribución de la tierra y acuerdos con los campesinos para la erradicación de hojas de coca, eso hace que aumente el asesinato de líderes sociales y ex combatientes de las FARC que habían entrado en proceso de negociación.
Lleva a una alta represión y continúan huelgas de manera progresiva. En medio de la pandemia se toman algunas medidas que finalmente van a beneficiar al gran capital y sobre todo a los banqueros. La pandemia además desnuda la creciente pobreza que tiene el país, la precariedad del sistema de salud, la desatención al sistema educativo. Algunas medidas que se toman van a ser esencialmente focalizadas, medidas de emergencia, que llamamos para apagar incendios sociales.
Esta reforma tributaria va a ser el detonante de todas estas manifestaciones de inconformismo de los ciudadanos. La reforma graba alimentos de primera necesidad de la canasta familiar, graba el internet que es un elemento esencial para estos momentos de trabajo y estudio desde las casas, graba en exceso hasta los servicios funerarios en una época en que las muertes están aumentando por la gran pandemia.
¿Qué hay detrás de todo esto? No sólo fue el detonante la reforma tributaria. Es un gobierno incompetente. Se demuestra un desgaste del uribismo que lleva más de 20 años gobernando el país. Un gobierno que no se conecta con la ciudadanía. Nos está demostrando la posibilidad de que sectores políticos alternos puedan tener una participación muy importante para marzo próximo que es la elección del poder legislativo y en mayo 2022 que es la elección del nuevo presidente.
¿Qué hay en perspectivas? Hay nuevas protestas ciudadanas, se cae la reforma tributaria, pero hay una reforma al sistema de salud que se está empezando a discutir, hay un cansancio de buena parte de la ciudadanía por este gobierno de Uribe, buenas partes de los grafitis, de las consignas, de las protestas, es “No más Uribe”, “Cali no es uribista”, “Medellín no es uribista”, “Bogotá no es uribista”.
¿Quién es Uribe? Es un presidente que llega a gobernar el país en 2002, en medio de una crisis muy fuerte porque se había degradado mucho el conflicto armado y llega prometiendo que va a terminar el conflicto. Llega a la presidencia con todos los sectores de derecha y con una confrontación muy fuerte con las guerrillas, apoyado por el Plan Colombia (un plan de ayuda militar de Estados Unidos), pero ya traía experiencias bastantes traumáticas porque él había sido gobernador de Antioquia. Fue el momento en que más se consolidó el paramilitarismo en la región y más aún cuando llegó a la presidencia.
Es un gobierno de extrema derecha, ligado a sectores del narcotráfico, de terratenientes, que se han alzado con el poder hace unos 20 años y han procurado construir un modelo donde el empresariado y el capital es el beneficiado, y las clases populares van en detrimento de su condición de vida.
El paro desde la calle
Taira Rueda, miembro del colectivo gráfico Marrano de Barro, Bogotá.
El paro fue masivo, salió mucha gente en lugares donde normalmente no se sale en Colombia, salieron en municipios, veredas, pueblos, todo tipo de conformación social salió a marchar. Hubo un sector social indignado, que normalmente es muy apolítico. Por ejemplo acá en Colombia que un futbolista opine de política es rarísimo y empezaron a opinar muchos.
La marcha del 28 fue muy grande, yo siento que acá en Bogotá ya es una costumbre que encierren a la gente en la Plaza de Bolívar y empiecen a echar gases, así pasó, nos demoramos muchas horas en llegar porque había mucha gente, entonces la marcha fue muy despacio, llegamos a la plaza, ya habían echado a alguna gente a punta de gases, yo siento que para que no se llenara nunca la plaza, porque cuando se llena es muy poderoso el mensaje.
Llegamos y estaba bonito. Había unas personas trans que les bailaron la danza Vogue al Esmad (Escuadrón Móvil Antidisturbios). Hubo barras de fútbol haciendo presencia y entonces empezaron a gasear. Había manifestantes echando piedras, pero hay una cosa muy importante que es que realmente nunca sabemos cuándo hay una persona con rabia echando piedra o cuándo es un infiltrado de la policía, nos hemos dado cuenta de muchos infiltrados para violentar la protesta.
La mayoría de la gente vamos solo a marchar, empezaron a echar gases en la plaza, más de los que ya habían echado antes de que entráramos, nos tocó salir y en la esquina, detrás, venía un escuadrón del Esmad y el jefe les decía “de esa plaza no me dejan salir a nadie”. O sea que querían que la gente se quedara encerrada ahí. Alcanzamos a salirnos de esa situación y desde ahí para acá cada día han continuado las marchas y las concentraciones.
El presidente se echó para atrás con la reforma, renunció el ministro de Hacienda, pero no se fue por la puerta de atrás, renunció porque ya hacía semanas que venían tramitándole otro cargo que es como un ascenso para él, salió impune de todo lo que había hecho, un cargo mejor, pero lejos de la agitación política del momento.
La reforma dice que la va a reescribir, por lo cual no hay ninguna garantía de que algo mejore, se reunió solo con la coalición de gobierno, cuando dijo que debía haber un diálogo amplio de lo que necesitaba la gente.
Más allá de si quitan esa reforma tributaria, hay una reforma a la salud que es una precarización de ese sector muy grande y para mi, lo más importante de todo, es ese genocidio de líderes sociales y ex guerrilleros de las FARC que no para, con asesinatos sistemáticos y la violencia policial. Entonces la gente ha decidido seguir en la calle, seguir marchando, cada día ha sido más violento.
Han bajado videos, hay mucha censura y el paro se volvió realmente serio en el país cuando los camioneros se unen, porque realmente logran bloquear las cosas, el transporte terrestre es muy importante, entonces todos los empresarios, analistas, todos los noticieros oficiales de canales grandes empiezan a tratar a la gente que se manifiesta de vándalos, terroristas urbanos dice Uribe, quien además dio órdenes en Twitter y aquí lo que dice Uribe es ley, él legitimó el uso de la fuerza indiscriminada por parte de los militares y la policía.
Sobre las manifestaciones artísticas, en Cali que es una ciudad súper rumbera, salsera, allá ha habido tambores, baile, todo el tiempo presente en las marchas, he visto muchos músicos, teatreros, gente con títeres, haciendo performance y muchos colectivos gráficos como nosotros (Marrano de Barro), repartiendo afiches en las calles, la gráfica se ha vuelto muy importante en los dos últimos años de protestas en Colombia.
Hay algo que está clarísimo, que es que esto no se trata de un control de salud, sanitario, sino un control social. Cada vez que algo les asusta ponen toque de queda.
Acá nunca hubo una dictadura de frente como en Chile o Argentina, pero está ese fantasma o esa sensación de qué pasaría si sucede y si los militares toman el control. Duque salió en su rueda de prensa con un militar al lado.
Es muy triste y estoy muy nerviosa, pero es lo que también soportan las regiones apartadas todo el tiempo y en las ciudades no lo sentimos, entonces que llegue acá, creo que toca fondo y que el dolor nos llegue más de cerca a muchos, puede movilizar más cosas. Eso es lo que espero, que sea una oportunidad.
Más impuestos a alimentos y menos a las armas
Gena Moreno, profesional en comercio internacional. Bogotá.
Los puntos más polémicos de la reforma tributaria que desató todo esto eran que se pretendía aplicar IVA a productos que estaban dentro de las canastas básicas como la producción de cerdos, carnes, lácteos, lo que significaba una suba de precios en el consumidor final. Otra cuestión polémica era poner IVA a servicios públicos como el agua, la luz y también servicios de telecomunicaciones, que principalmente afectan a los estratos de la clase media.
También dentro de la reforma se planteaba quitarle el IVA a todas las cuestiones de armamento y militarización como tanquetas, armas y ese era un punto polémico porque le quita el IVA a cuestiones de guerra, pero se lo implanta indirectamente a la canasta básica, directamente al bolsillo de un país mermado económicamente por todos los efectos de la pandemia, con niveles de pobreza de casi el 42 por ciento, con el desempleo muy alto.
La situación se ha ido recrudeciendo en términos de presencia militar y policial.
El sábado pasado Duque dijo que si no se recuperaba la situación de orden público él ya había dado órdenes a los militares para que estuvieran en las calles y controlara a los “vándalos”.
Estamos súper cansados e indignados, lo que ha provocado que en ciudades como Cali se haya visto a las fuerzas militares directamente disparando contra la población civil, ha habido muertos, desaparecidos, mujeres violadas, más de 400 personas heridas, a lo cual el Estado sigue con la misma línea de mano dura. En Bogotá hay desfile de tanquetas, policías, helicópteros, están mandando toda la fuerza militar con todo.
Estoy contenta, triste, enojada, con los sentimientos enfrentados.
Grave vulneración de los Derechos Humanos
Juan José Macía, periodista, Medellín.
Es una situación muy grave en cuanto a la vulneración de los derechos humanos, en cuanto al accionar de las fuerza pública (el ejército y la policía nacional) en la forma de dispersar las manifestaciones y la protesta social, que en su mayoría se han desarrollado de forma pacífica. Sin embargo la respuesta por parte de la fuerza pública ha sido desproporcionada en todos los sentidos, en este momento (martes 4 de mayo), según la Defensoría del Pueblo, en Colombia hay al menos 89 personas desaparecidas en el marco de las manifestaciones la cifra de personas fallecidas es incalculable. Durante la noche del lunes en Cali fallecieron cinco personas civiles en las manifestaciones, luego hubo operativos por parte de la fuerza pública. Es importante resaltar que en Colombia no existe la pena de muerte, entonces cualquier tipo de acto que estén realizando estas personas, creo que el hecho de atacarlos con armas de fuego, de quemarlos, es muy grave. El llamado a la comunidad internacional es a que volteen los ojos a Colombia, que se fijen lo que está sucediendo acá en cuanto a violaciones de derechos humanos, en cuanto a las violaciones del derecho internacional humanitario, porque además de todo se han presentado ataques a la misión médica, a la misión de la ONU que estaba verificado los hechos en Cali.
No veo cerca el final de esta situación, creo que hay un descontento generalizado en la sociedad colombiana, creo que hay una brecha social y económica muy grande, hay muchas personas que tienen hambre, el Departamento Nacional de Estadísticas dice que el 42 por ciento de la población colombiana vive en estado de pobreza, con menos de un millón de pesos al mes (alrededor de 300 dólares).
Toda la situación social, económica, política que se está dando en Colombia, lo que permite vislumbrar es que la manifestación y el descontento generalizado va a durar por un buen tiempo y lastimosamente creo que va a costar la vida de muchas más personas.
Cifras del dolor
Ana Karina Delgado Díaz, fotógrafa desde Bogotá (autora de las fotos de esta nota)
Aquí, en Colombia, las cifras asociadas a nuestro dolor son siempre horrorosas, confusas, enormes. Hoy, 4 de mayo, solo en relación a las protestas –porque aquí siempre de telón de fondo para unos, de escenario diario para otros, las guerras traen muertos graneados, dolores anónimos– se dicen que son al menos 89 personas reportadas como desaparecidas en el contexto de las movilizaciones en Bogotá, Cali, Barranquilla, Bucaramanga, Manizales, Ibagué. Más de 20 muertos contados solo hasta ayer 3 de mayo a las 10 de la mañana, sin sumar aún el resultado del horror que fue la noche de ayer en diferentes lugares del país, principalmente en Cali, que ha puesto ya muchos muertos.
Para el día de hoy (4 de mayo), según algunas de las organizaciones que se adjudican la dolorosa tarea de contar muertos, y enlistar horrores, en lo que va de este 2021 van 35 masacres en el país, con al menos 135 muertos. Esas masacres han ocurrido allá, lejos de donde el poder institucional se viste de corbata.
La expresión “masacre” no hace parte del glosario del derecho penal de muchos países, tampoco del Derecho Internacional Humanitario (las reglas de las guerras). Hay quienes han dicho que se trata de una expresión cargada de peso político, como si todo lo que hacemos no estuviera así cargado. “Homicidios Colectivos” ha dicho en varias oportunidades el gobierno actual. Homicidios que por medio de la exposición pública de la violencia se configuran como espectáculo de horror, del “terror” que funciona para enviar mensajes claros.
Los números de nuestros muertos cambian constantemente, se acumulan como una montaña de todos nuestros fracasos. Hasta ayer eran 35 masacres según algunas cuentas, hoy hay una más, una que sucedió a la vista de todos gracias a que en cada mano hay un celular. Anoche, la policía nacional de Colombia perpetró otra masacre, esta vez en Cali, donde según vimos a través de los celulares de quienes allí estaban, también había civiles armados, dispuestos a todo para enfrentar a la gente que se manifestaba.
Las fuerzas armadas legales de Colombia, desplegaron en diferentes ciudades el escenario de guerra que lleva desarrollándose hace más de 50 años en el campo, en los pueblos, en los ríos, en las calles de los barrios populares… desde el 28 de abril, el escenario se amplificó, y en ese tablero, jugamos todas, todas las personas aquí aposentadas, todas las que están fuera de las fronteras, aquí jugamos todas y ya hemos perdido a muchas.
Hambre y pobreza versus COVID-19
Doris Gómez Osorio, periodista y docente universitaria, Medellín
Completamos el sexto día de movilizaciones en Colombia contra el gobierno del presidente Iván Duque, un gobierno que le ha dado la espalda al país y que ha mostrado desde diferentes frentes que sus intereses están muy lejos de las necesidades reales de la mayoría de la ciudadanía. Hablamos de una pésima gestión de la pandemia, estamos atravesando el tercer pico de la pandemia con las cifras más letales de todos estos meses, hemos llegado a tener 500 muertos por día y listas de hasta 400 personas para acceder al servicio de atención de una cama. Después de haber tenido uno de los confinamientos más largos en todo el mundo, no se preparó el sistema de salud para evitar que un tercer pico de la pandemia fuera tan letal como lo está siendo ahora. Antes de las movilizaciones ya estábamos enfrentando una escasez de oxígeno, lo que hace pensar en una administración de la pandemia poco efectiva, pero además de esto en pleno pico de la pandemia el presidente presenta una reforma tributaria que busca aumentar la carga impositiva para las personas de las clases medias y populares de nuestro país.
Fue tal la respuesta represiva a las movilizaciones del 28 de abril fue que un paro que se había pensado para un solo día, lleva seis días, eso lo tiene que saber en el mundo, imagínense la situación de hambre, de pobreza, de desesperación que tiene el pueblo colombiano, que aún con el riesgo de contagiarse del COVID-19 ha salido masivamente a las calles. Lo que se ha vivido desde el 28 de abril hasta el sexto día de manifestación es que fue escalando la presencia militar y la fuerzas desproporcionadas por parte del Estado hacia la ciudadanía que se moviliza.
El 1ero de mayo el presidente ofreció a los diferentes alcaldes en estado más crítico la presencia de las fuerzas militares y la alcaldesa de Bogotá y el alcalde de Medellín se negaron a recibir este apoyo por parte de las fuerzas militares, pero aún así el ejército ha hecho presencia en buena parte del territorio nacional con toda clase de desmanes y de violencia y de vulneración de derechos humanos.
La cifra oficial en el sexto día es de 19 personas muertas, pero extraoficialmente se habla de un número mucho mayor. Se presume que hay cientos de personas desaparecidas, violencia sexual de personas que han salido a la calle y también todo tipo de vejámenes de la policía y fuerzas militares a las personas que están marchando, y también violación de morada, ingresar y tomar la propiedad de personas que se encuentran en sus casas haciendo cacerolazos o apoyando la movilización.
Hacemos un llamado a la comunidad internacional para que estén muy atentos a lo que está pasando en nuestro país. La prensa también ha sido silenciada y perseguida y censurada en nuestro país, sobre todo la prensa independiente que ha salido a acompañar a los marchantes y está mostrando lo que pasa.
Ahora se abre la posibilidad de que se abra un escenario de excepción, que sería el peor escenario al que podríamos llegar, porque sería darle al poder ejecutivo posibilidades incluso de censurar el acceso a internet, de controlar el suministro de alimentos y de desplegar más fuerza pública. Esto en manos de un presidente incompetente como Iván Duque, bajo las órdenes de un ex presidente como lo es Álvaro Uribe Vélez, que a través de Twitter parece estar mandando mensajes cifrados a la fuerza pública, miembros de su partido y fuerzas oscuras que sabemos que todavía controla. Llegar a un estado de excepción sería el peor escenario porque tendría la posibilidad de desplegar toda la guerra y todo el arsenal bélico del Estado para sus fines criminales, porque no podemos olvidar también que estamos en un año preelectoral y que el Centro Democrático que es el partido Álvaro Uribe Vélez y del que hace parte Iván Duque, ha perdido mucha fuerza en el país, por eso también la fuerza de las movilizaciones, y necesita una plataforma política para resucitar en las próximas elecciones presidenciales y del Congreso de la República.
El llamado que se hace es a que la comunidad internacional esté atenta, porque ni el Estado en su función de Ministerio Público garante de los derechos humanos y las organizaciones que están tratando de verificar lo que pasa en Colombia están dando a basto para atender la magnitud de la violencia estatal que se está desplegando.
Para ver cobertura en Instagram: Ana Karina Delgado Díaz