Fotos: Fer Der Meguerditchian
El vamos a volver vuelve a resonar en una plaza estallada, que no es solo la de Mayo. Es también la de Rosario, la que cuida, la que acompaña, la que repudia, la que sabe de abrazos y llantos. A Cristina se la escucha con los dedos en V, las banderas en alto y los ojos vidriosos. Hay un nudo apretado en el aire mientras por el altoparlante, la líder proscripta, más importante de la oposición, dice: «vamos a volver y además vamos a volver con más sabiduría, con más unidad, con más fuerza»
La voz de Cristina se escucha desde los altoparlantes. En la plaza no vuela una mosca. El reloj marca las 18 y 25 en Rosario, donde la concentración comenzó a las 17. A Cristina se la escucha con las banderas en alto y los ojos vidriosos.
“¿Cómo se sostiene un modelo económico donde la gente tiene que tarjetear la comida del día a día y arriba después no puede pagar la tarjeta? ¿Cómo subsiste un país donde es mucho mejor comprar comida, viajar, comprar ropa afuera porque es más barata de lo que está aquí adentro del país? Y mientras esto sucede, el Ministro de Economía, el impresentable de Caputo, alquila dólares. Alquila dólares para simular que tiene reservas. ¿Realmente hay alguien que pueda pensar seria y exactamente que esto es sostenible?, dice la expresidenta en su mensaje grabado que colmó el aire de una Plaza de Mayo estallada.
Sigue: “Hace exactamente una semana me pregunté, públicamente, lo dije, ¿por qué si dicen que yo estaba acabada, que nadie me quería por qué no me dejaban competir? Bueno, ya respondieron y la respuesta es esta: yo aquí presa en San José 1111 sin siquiera poder salir al balcón”. Alrededor de su domicilio, la multitud de la militancia hace vigilia desde hace días. La saludan, la aplauden, le agradecen, la acompañan. Un refugio que cuida y abriga a la líder política más importante de la oposición, proscripta por el triunvirato de jueces de la Corte Suprema; la que hoy parece revitalizar lo que hasta poco se volvía imposible: la esperanza de un gran sector del pueblo organizado o al menos, su intento por recuperar la mística perdida que no es más que la fe por volver a creer en la política como herramienta transformadora.
Cristina habla y en la plaza se la escucha con un nudo en el pecho: “Vamos a volver y además vamos a volver con más sabiduría, con más unidad, con más fuerza. Y desde donde me toque estar, desde la trinchera que sea, voy a seguir haciendo todo lo que esté a mi alcance para estar ahí junto a ustedes, como ustedes siempre han estado también junto a mí. Pero lo vamos a hacer porque tenemos algo que ellos jamás van a tener ni van a poder comprar por más plata que tengan. Tenemos pueblo, tenemos memoria, tenemos historia y tenemos patria”.
Es cierto, todo se concentra en Buenos Aires. Pero ¿cómo se vive la plaza a 300 kilómetros de distancia? La 25 de Mayo nos convoca y allí está no solo la departamental justicialista y los militantes peronistas. Hacen pie, para repudiar, para acompañar, para gritar rabia, para agradecer, para escucharla, organismos de derechos humanos, partidos de izquierda, organizaciones estudiantiles, organizaciones sociales, sindicales y un montón de personas no orgánicas a las el gobierno de Néstor y Cristina, algo les cambio la vida. “Yo trabajé 37 años y trabajando logré estar donde estoy, en una casa digna y criando a mis hijos, que ellos puedan estar en la facultad pública, y eso se lo debo a Cristina”, dice Teresa, la señora que entre sus manos porta un cartel hecho a base de cartón en el que se lee: “Del fuego del odio renace el peronismo. Nos quieren ceniza y volveremos pueblo”.
Dice Norma Ríos, referente de APDH Rosario: “No hace falta ser peronista para estar acá hoy, en esta plaza. Hace falta tener un poco de comprensión de la ferocidad del enemigo”. Morena García, poeta y activista travesti minutos después de escuchar a Cristina, comparte: “Yo creo que estamos en un momento donde estamos despertando, Cristina es una gran ajedrecista y si bien le cuesta esta detención arbitraria, pero ella siempre estuvo dispuesta hacer sacrificios como lo hace el peronismo. Lo que creo es que el pueblo siempre esta dispuesto, pero tenemos que apuntar a las dirigencias. Tienen que transformar esta magia, este volver a tener esperanza en un tiempo en que estamos tan rotes, y volver a conducirlo, sino que se corran”. ¿Y qué significa Cristina en su vida”. Morena dice: “cuando se aprobó la ley de matrimonio igualitario, Cristina dijo que lamentaba haber llegado tarde. Y nosotras las travestis lo tomamos como una reivindicación de la dignidad. Por supuesto que el pueblo tiene memoria, pero no es una memoria heterosexual, es una memoria travesti”.
Romina dice que lo suyo es la escritura pero allí está frente al micrófono en representación de HIJOS Rosario, marcando con contundencia: «Nos trajimos la bandera mas grande que tenemos, porque nos devolvió poder hacer posible lo imposible, que pudiéramos juzgar a los genocidas, que se murieran en una cárcel común, nos permitió buscar a nuestros hermanos y hermanas, y porque además, nos permitió comer 4 veces al días, que nuestros hijos puedan usar computadoras, irnos de vacaciones, nos permitió las mesas paritarias, cuidar la soberanía y por eso a Cristina le decimos que amor con amor se paga. Estamos con Cristina y a Cristina la queremos viva, libre y candidata”.
La tarde en la plaza contó con diferentes oradores, de distintos espacios, que compartieron una perspectiva en común: la urgente necesidad de construir organización popular, ocupar las calles, unificar luchas y reconocer la crueldad de un gobierno que ejecuta políticas de hambre, de ajuste y de feroz concentración económica. El cierre fue, claro, la marcha peronista sonando tras el discurso de Cristina, el canto “vamos a volver”, su voz rebotando en la conciencia, algo de risas y abrazos a pesar de la rabia, el himno, la bandera argentina, los dedos en V, la patria que parece volver o los pueblos que finalmente, como ella dice, siempre terminan volviendo.