La madrugada del 28 de noviembre de 2024 el cuerpo de Giovani Mgovo, de 17 años, apareció sin vida en el playón del Parque España. Desde el primer momento, el caso se trabajó como un suicidio pero la familia descreyó la versión oficial y denunció irregularidades en la investigación. Un año después se investiga como muerte dudosa y exigen que se tomen nuevas medidas de prueba para esclarecer el hecho. El pedido de justicia y la firmeza de una familia que, en medio del dolor, exige respuestas.
Fotos: Fer Der Meguerditchian
–Mi hijo no se suicidó. A mi hijo lo mataron.
Vanesa Palavecino habla mirando fijo a la cámara. Ya dio cuatro o cinco notas, dará unas cuantas más. En todas repasará los mismos hechos: la práctica de voley en Central Córdoba, la última vez que hablaron por teléfono ese 27 de noviembre, la Sube que marca un viaje a las 1.03 de la mañana y después la incógnita. Un bache de tiempo. Nada. Horas en donde el rastro de su hijo se pierde. Hasta las 4.45 de la mañana, cuando el cuerpo de Giovani Mgovo, de 17 años, aparece sin vida en la explanada del Parque España con politraumatismos que, según la autopsia, corresponden a una caída en altura.
De eso ya pasó un año. Por eso, a la tristeza por la muerte de su hijo se le suma la bronca por el nulo avance de la investigación. Por eso, también, este viernes 28 de noviembre Vanesa está en la Plaza Montenegro, a punto de marchar para exigir justicia y reclamar el esclarecimiento de la causa. Tiene el pelo negro atado con una colita que le cae por debajo de una gorra blanca y viste una remera con la imagen de Giovani. Para estar presente hoy viajó más de diez horas desde Santiago del Estero, donde vive desde hace algunos años.
Unos metros más allá, Desiré Mgovo, el padre de Giovani, acomoda sobre el piso la bandera barredora que encabezará la movilización. La pancarta dice Justicia por Giovani y tiene la imagen de su hijo: un chico moreno, de pelo enrulado, ojos negros, labios grandes y nariz ancha. Su padre, que migró a Rosario veinte años atrás desde Camerún, dice que nunca imaginó vivir algo así. Lo dice en un castellano que se entiende a la perfección, pese a la tonada que conserva la memoria de su suelo natal. Después se agacha y pone unos ladrillos sobre las esquinas de la bandera, para que no se vuele por el viento cálido que sopla desde el norte.
Pasadas las seis de la tarde, el lugar se va copando de gente. Sus amigos de voley, familiares, organizaciones de derechos humanos. Durante la movilización no habrá bombos ni redoblantes, ni los instrumentos de vientos que suelen acompañar este tipo de reclamos. El pulso lo marcarán los chicos, repiques y pianos del grupo de candombe que sumó al pedido de justicia. La caravana empieza su rumbo por calle San Juan en dirección al río. En pocos minutos la plaza se despeja de gente. Sobre el playón quedan pegados varios carteles con una pregunta. La misma que su entorno cercano busca responder desde hace doce meses: ¿qué pasó con Gio?

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El miércoles 27 de noviembre del 2024, Giovani Mgovo salió de entrenar en el club Central Córdoba por la tarde y luego se encontró con su novia. Antes de volver a su casa comió un choripán y habló por teléfono con su madre, para pedirle que le transfiera algo de plata para comprar una gaseosa. Vanesa recuerda que eso fue pasadas las once de la noche. Después volvió a su casa en Puente Gallegos, al sur de la ciudad, donde vive con su padre. Lo saludó, hablaron. La familia no sabe bien los motivos, pero el joven volvió a salir durante la madrugada para tomarse un colectivo de la línea 132, hacia el centro de la ciudad. Su tarjeta Sube marca el viaje a la 1.03 de la mañana, pero ninguna cámara lo registra. Tampoco el colectivero se acuerda de él.
Lo que viene después es una incógnita en la investigación. Ninguna de las cámaras de seguridad registra el paso del joven hasta el Parque España. Las cámaras públicas no funcionaban. Las cámaras de privados fueron revisadas y, en principio, no contenía información relevante para la causa. Sin embargo, cuando el perito de parte de la familia las solicitó el contenido ya se había borrado por el paso del tiempo, sin que desde Fiscalía se guarden copias. La familia nunca pudo corroborar esa información.
El hallazgo del cuerpo lo realizó un efectivo de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) que se encontraba en la ciudad en el marco del Plan Bandera. Es él quien da aviso al 911. Su relato de los hechos dice que esa madrugada salió a caminar porque no podía dormir. Compró unas cervezas en un kiosco y llegó hasta la zona del río. Sobre las escalinatas del parque quiso tomar unas fotos del amanecer, cuando divisó desde las alturas el cuerpo de Giovani tendido en el piso. El policía figura como testigo de la investigación y al momento la causa no tiene imputados.
Tras el aviso del agente, arribó al lugar la Brigada Motorizada y el Sistema Integrado de Emergencias y Seguridad (Sies), que constató la muerte de Giovani. En el lugar los peritos determinaron que el fallecimiento se produjo por un “politraumatismo grave” producto de una caída en altura, que encasillaron como un suicidio. Pero la familia descreyó de esa hipótesis y fue crítica del procedimiento, denunciando que no se tomaron las medidas pertinentes para preservar la escena, ni tampoco las pruebas que podrían esclarecer el hecho. Por esa insistencia, el caso hoy se investiga como muerte dudosa.
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“El cuerpo de mi hijo hablaba. Tantos golpes, tantas fracturas, tantas partes lastimadas”, repasa Vanesa. La familia es crítica de la investigación y viene reclamando la exhumación del cuerpo con la intención de que se tomen nuevas medidas de pruebas. Por ejemplo, para identificar si debajo de las uñas de Giovani hay rastros genéticos que podrían indicar algún tipo de defensa previa. También cuestionan que no se haya analizado la ropa, que fue encontrada mojada, para sorpresa de la familia. “Lo más notorio es un golpe que tiene en la zona de las costillas donde le falta un poco de piel. Es lo más llamativo porque se nota que hubo como una pelea, o que se defendió. No lo sabemos”, agrega.
“El cuerpo de mi hijo hablaba. Tantos golpes, tantas fracturas, tantas partes lastimadas”
Por pedido de los familiares, el jueves 7 de agosto se realizó una reconstrucción del hecho. Un equipo de peritos simuló distintos tipos de caídas utilizando un maniquí con el objetivo de identificar si las heridas que presentaba Giovani eran consistentes con la hipótesis de suicidio. El golpe en las costillas mencionado por Vanesa es lo que genera dudas. Se trata de una raspadura que en la familia entienden más propio de una pelea –o de un acto de defensa– que de una caída al vacío. Para los forenses que realizaron la autopsia podría tratarse de una lesión abrasiva generada durante la caída, al golpear con uno de los aires acondicionados que están colocados sobre la pared.
“Nosotros estamos esperando los resultados de la simulación de lo que puede haber sucedido esa noche. Los parámetros que salían de esa simulación se tienen que volcar para hacer una reconstrucción digital del hecho, pero hasta la fecha la estamos esperando”, reclamó Vanesa. “También le venimos pidiendo a la fiscal que nos pasen algunos datos que aún no tenemos para poder corroborarlos con nuestros propios peritos. Pero todo siempre se demora”, agregó en relación a la causa que lleva la fiscal Mariana Prunotto.
Para la mujer también es sospechoso el testimonio del oficial de la PSA que da aviso al 911. La declaración de querer tomar una foto al amanecer hacer ruido por el horario: para esa altura del año faltaba por lo menos una hora para que salga el sol sobre el Paraná. También la observación del cuerpo: “El policía dijo que lo vio al asomarse y cualquier persona que pasa por ahí se puede dar cuenta que eso no alcanza para verlo. Es una baranda alta y ancha. Tenés como que treparte y colgarte para llegar a verlo y estamos hablando de una persona que mide un metro setenta más o menos. No sabemos cómo hizo para verlo”.
Además, el destino del celular de Giovani despierta suspicacias en la causa. El aparato nunca apareció entre las pertenencias del joven y, durante la madrugada, se activó con otro chip cerca de su casa, en el sur de la ciudad, a varios kilómetros del Parque España. La última vez que el móvil estuvo activo fue en un domicilio de su mismo barrio donde se hizo un allanamiento, aunque sin encontrar ninguna pista para la causa. Vanesa tiene claro que el celular de su hijo estuvo activo hasta febrero de este año, en otra línea. Cada tanto vuelve al chat de Whastsapp que tiene con su hijo a escuchar sus audios. Dice que en la calidez de su voz encuentra su presencia. Desde mayo, entonces recuerda, ya no aparece la foto de perfil de la aplicación.

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Las irregularidades en la investigación también fueron marcadas por los abogados del Centro de Asistencia Judicial (CAJ) de Rosario, que acompañan a la familia de Giovani en la causa. En una carta dirigida a la Fiscalía Regional de Rosario, a cargo de Matías Merlo, los abogados Juliana Tagliatti y Ricardo Lamas señalaron que desde el hallazgo del cuerpo el personal policial actuante descartó la participación de terceras personas en el hecho, generando que la investigación se encare como la de un suicidio.
Para los abogados, ese primer accionar generó que no haya “gabinete que cautelara la escena, que buscara rastros en el lugar, que realizara un exhaustivo registro de la zona, y lo documentara debidamente con fotografías, que se realizara planimetría. Tampoco se tomaron muestras biológicas bajo las uñas del joven, de hecho fue desvestido en el lugar y la ropa fue entregada junto con el cuerpo”.
Desde el CAJ remarcaron que casos como el de Giovani “deberían investigarse libre de prejuicios” para no direccionar el curso de los hechos, ni que se pierda la posibilidad de recolectar evidencias. “Solo de esta forma se garantizará una investigación, completa y objetiva que pueda determinar lo que sucedió”, apuntaron en la misiva. “En el caso de Giovani, y según el trabajo hecho hasta ahora, no hemos detectado al día de la fecha ningún indicio, ninguno, que nos permita inferir como verosímil que el joven haya decidido matarse, todo lo contrario”, remarcaron.
Por último, la carta remarca que es tarea del Estado “proveer de las mayores certezas posibles” a la familia de Giovani respecto a lo sucedido. También destaca “la inmejorable predisposición y el profesionalismo” de la fiscal Prunotto en los hechos. “Concretamente solicitamos se den las instrucciones pertinentes para que en toda muerte producida por causas violentas se cautele inicialmente toda evidencia posible a fin de que la investigación pueda investigar cabalmente, y en su caso descartar, todas las hipótesis, incluida, principalmente, la del homicidio”, finaliza el mensaje.
Los últimos meses, Vanesa y Desiré reclamaban poder reunirse con las autoridades del Ministerio Público de la Acusación (MPA) con el fin de conocer los avances de la investigación. Ese encuentro se concretó el 27 de noviembre, un día antes del aniversario –y de la marcha en reclamo de Justicia– por intervención y gestión de la comisión de Feminismos, Disidencias y Derechos Humanos del Concejo de Rosario. Además del fiscal regional Matías Merlo, en la reunión estuvieron presentes Mariana Prunotto y Valeria Piazza Iglesias, a cargo del área de Delitos Culposos. En el encuentro se reconocieron falencias en la investigación, pero los familiares tampoco encontraron las respuestas que buscaban.
“Por intermedio de los concejales pudimos acceder a una reunión que veníamos solicitando desde hace tiempo, pero fue más de lo mismo. Yo esperaba poder encontrarme con algún avance en la causa y no hay. Lo que me supo decir el fiscal Merlo es que tenían que reconocer que hubo errores desde un comienzo en el proceso de investigación. Al menos lo reconocieron, pero a esta altura eso no resuelve nada. Acá pasó un año de la muerte de mi hijo y seguimos sin saber qué le pasó. Mi hijo no se suicidó. A mi hijo lo mataron”, remarca Vanesa.
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Al frente de la marcha, Desiré sostiene un cuadro con la imagen de Gio. Lo llevará junto a la bandera todo el trayecto hasta el Parque España. Mientras tanto, un grupo de personas reparte el afiche con los datos de la causa. El encabezado, con fondo rojo, dice “Recompensa de $10.000.000”: es lo que ofrece la provincia de Santa Fe para quienes aporten datos que sirvan para intentar esclarecer el hecho. Sobre calle Paraguay, luego, la caravana hará un breve desvío con el fin de pasar por la comisaría segunda, la encargada de hacer las primeras actuaciones. Para la familia, los responsables de que no se sepa qué pasó con Giovani.
“Creo que hay una cuestión de violencia institucional que es general, donde la población negra, a los que somos migrantes, nos tratan diferentes. Es un sistema que funciona así. Comunidades específicas que son más propensas a sufrir la violencia policial”
La marcha hacia el río transcurre entre la denuncia y el desahogo. Unos metros más atrás de la cabecera se despliega otra bandera que dice “Sin racismo nos queremos”. Pertenece al Bloque Antirracista de Rosario, que viene acompañando el reclamo de justicia. En varias oportunidades, el entorno de Giovani dejó entrever que sobre el caso sobrevuela una connotación racista. Eso quedó reflejado en los mensajes de algunos carteles, donde se apuntaba que en Rosario algunas vidas valen más que otras.
“Creo que hay una cuestión de violencia institucional que es general, donde la población negra, a los que somos migrantes, nos tratan diferentes. Es un sistema que funciona así. Comunidades específicas que son más propensas a sufrir la violencia policial”, describe Domenica, de 33 años, oriunda de San Pablo y una de las referentes del Bloque Antirracista de Rosario. Vanesa tiene una definición más tajante: “Si mi hijo hubiera sido de otro color, de otra familia, todo hubiese funcionado como debía. Cuando esto pasa en familias del poder se resuelve en horas. Acá pasó un año y cada vez sabemos menos”.
Cerca de las ocho la marcha ingresa al playón del Parque España y los presentes arman una ronda. Abajo, metros más abajo, el lugar donde encontraron a Giovani. La jornada transcurre con la solemnidad de un ritual. Se recuerda, se reclama, se acompaña. No quedan muchas cosas para decir. Vanesa ya habló con la prensa, ya usó el megáfono durante el trayecto de la plaza al río. Solo pide que lo que pasó con Giovani no se repita con otro chico de Rosario, porque está convencida de que su hijo no se suicidó. También avisa el reclamo no se agota en este primer aniversario de su muerte: “No vamos a parar hasta que se sepa la verdad”.