La Escuela de Enseñanza Media N° 514, ubicada en Pasaje Lejarza al 5400, fue bautizada con el nombre de Madres de Plaza 25 de Mayo. La elección fue fruto de un intenso trabajo de memoria que comenzaron los docentes hace varios años atrás. Este 25 de marzo, el acto de imposición contó con la presencia de autoridades provinciales, municipales y fundamentalmente, de las queridas Madres de nuestra Plaza. Un homenaje lleno de memoria. Una mecha que se enciende en los más pibes. Porque no nos han vencido, hoy, la escuela del Triángulo, abraza a las Madres. Allí estuvo enREDando.
Por María Cruz Ciarniello
I.
Fueron los pibes los que eligieron el nombre de las Madres para su escuela.
Ellos fueron quienes les dedicaron sus poemas, quienes llevan en su espalda las palabras Memoria, Verdad y Justicia, como huellas que se tatúan no solo en sus uniformes escolares sino, y sobretodo, en sus historias de vida.
Tienen 15, 16, 17 años. Son adolescentes que empiezan a reconstruir el entramado de nuestra historia reciente. Y se preguntan: ¿Quiénes son esas mujeres que rondan cada jueves por la plaza?. ¿Qué hicieron? ¿Por qué giran con sus pañuelos blancos desde hace más de 30 años?. Son los docentes los que orientan cada respuesta en busca de la verdad, revalorizando la luminosa lucha de las Madres de la Plaza 25 de Mayo.
Tras cumplirse 37 años del último golpe genocida, la Escuela de Enseñanza Media N° 514 fue bautizada con el nombre de las Madres; nombre de mujer. Ya no es más un número el que identifica a la escuela de Barrio Triángulo de Rosario. Ahora, son los pañuelos blancos los que se lucen en el escudo oficial, en las remeras de los pibes y en el ingreso a la escuela.
La sangre se multiplica.
II
Entre jóvenes y libros escolares, resplandece la resistencia de las viejitas Madres de la Plaza 25 de mayo, las que caminan despacito y con firmeza, las que hablan suave, soltando intensas palabras que retumban en la memoria colectiva. Se iluminan sus rostros arrugados por el tiempo y la plaza que tanto las abriga.
El patio de la escuela también muestra otras tantas maneras de resistir. La violencia de género aparece reflejada en un mural, junto a muchos otros. Las paredes pintadas son puro movimiento. Los pibes ríen y conversan en un lugar donde la palabra circula. Esta escuela, hoy más que nunca, es un espacio de aprendizaje.
III
“El nombre Madres de Plaza 25 de mayo representa todo aquello que con empeño y esfuerzo fuimos alcanzando. Las Madres hicieron su primer visita en el año 2008 para acercarles a los alumnos el tema de los derechos humanos. El año pasado, también estuvieron presentes. El nombre Madres comenzó a sonar con fuerza. Ellas nos han transmitido la humildad para trabajar en equipo, evitando individualidades y viendo las necesidades de todos, el amor por lo que hacemos, la esperanza de una educación para los alumnos, el dolor por las injusticias cometidas, el respeto por el derecho de las personas, la lucha permanente por encontrar la verdad, la sonrisa que aparece y nos comunica con el otro, la honradez con lo cual demostraron que nuestro paso por la vida no es en vano. El reclamo de las causas justas solo puede llevarse adelante en grupo, sin violencia y en el marco de la ley. Por todo lo nombrado, y por mucho más, es que la escuela se enorgullece de llevar el nombre Madres de Plaza 25 de mayo. Asumimos desde aquí el compromiso de preservar el espacio de la memoria”, dijo la directora de la escuela, Silvia Ghisleri, en el acto de imposición del nombre que contó con la presencia del gobernador de la provincia, Antonio Bonfatti, de la Intendenta Mónica Fein, de la Ministra de Educación, Claudia Balagué y diputados y concejales de la ciudad.
En este acto también circuló la palabra de los chicos y de las Madres en la voz de Chiche Pozzi de Massa. Hubo tiempo para la entrega de flores, el reconocimiento, el tan merecido homenaje. Hubo espacio para la poesía, el regalo de aquellas palabras que se cocinaron en el aula, en el puño de los pibes escribiéndole a ellas, a las Madres.
El sol arde, tanto como la memoria.
IV
Aída Albarrán era, hasta hace poco tiempo, la profesora de Lengua de la 514. Ya jubilada, el viejo anhelo de bautizar la escuela con el nombre de Las Madres, se concretó. Sus ojos emocionan. Ella fue quien -junto a otros docentes de la escuela- motorizó la idea del nombre para la escuela. “Esto significa la culminación de un proceso que se inicia en 1999. Hicimos un trabajo sobre los derechos humanos de una manera muy intensa, trabajamos también discriminación y educación sexual, y dentro de ese trabajo se hizo mucha referencia a la última dictadura militar. Finalmente trabajamos en este proyecto. Hay muchos chicos que participaron y que ya no están en la escuela, y también hay chicos nuevos que se están involucrando y están conociendo y se están comprometiendo. Los chicos nos enseñan a nosotros”, relata Aída.
Luego, en voz alta, dirá unas palabras hacia las Madres, a quienes acompaña cada jueves en la plaza, recordará la fábula de las ovejas de Augusto Monterroso, y expresará deseos que hablan de identidades: “A pesar de que nuestra escuela tiene identidad, las Madres continúan reclamando que se les dé la identidad que les corresponde a cada uno de sus hijos, qué se les dé el nombre a lo que no se nombra: quiénes fueron, porqué lucharon, porqué los desaparecieron, quién los declaro culpable y porque delito sin que hayan sido sometidos a ningún juicio. Ellas, allí donde las palabras de Videla “los desaparecidos no están”, pretendieron instalar un hueco, ellas instalaron un pedido: Memoria, Verdad y Justicia. Y construyeron un espacio colectivo que ningún ataque logró quebrar. Todavía esperan muchas respuestas. No aceptan que los condenen a sus hijos a una doble desaparición. Sus hijos actuaron y se comprometieron con pasión y convicciones con el momento histórico que les tocó vivir. En el pañuelo de las madres están las tres generaciones de argentinos afectadas por las dictadura militar. Ellas les pusieron el cuerpo a los reclamos, se hicieron fuerte en las calles porque ahí se encontraron en la búsqueda de lo más querido: un hijo. Y sus hijos están presentes hoy acá”.
Aída Albarrán también recordó a la ex vicedirectora María Cristina Salmerón, recientemente fallecida, quien “nos dio libertad para trabajar, opinar, disentir y proponer. Alentó todo proyecto vinculado con los derechos humanos. Desarticuló prejuicios, cultivó la paciencia y nos inculcó aprender con los alumnos y a construir de manera colectiva y democrática. La huella que dejó en nuestra escuela hoy está en este nombre”.
La construcción colectiva que supuso la elección del nombre nace del debate y la discusión, del compartir ideas y convicciones. Del trabajo en conjunto con alumnos y toda la comunidad educativa. Nace del compromiso de docentes que intentan transmitir a sus alumnos lo que nos pasó como pueblo. El nombre del periodista y escritor asesinado por la dictadura militar, Rodolfo Walsh, era otro de los nombres propuestos. Los chicos eligieron y la moción de Las Madres obtuvo 167 votos. Todos destacan: “lo importante fue la posibilidad de elegir”.
“En un país en donde las mujeres han sido discriminadas, sugeríamos nombrar a la escuela en femenino. Planteábamos en el comienzo mismo del proyecto, y siguiendo las palabras de Rubén Naranjo, “si busca dignidad, vaya a la plaza”. Proponíamos reconocer a un grupo de mujeres que son ejemplo de vida, valorar un esfuerzo sostenido en el tiempo que es un valor que intentamos transmitir en la escuela. Nuestra escuela como construcción colectiva lleva el nombre de las Madres”., expresó una de las docentes.
El aire suspira, como los acordes de la orquesta del Triángulo.
V
Rocío, 15 años, dice: -Para nosotros es un orgullo. Y esto queda poco ante lo que ellas tendrían que recibir.
–Es un honor -, acota Axel.
Y Brian, 17 años, agrega: – Es un privilegio por lo que representan para el pueblo argentino y ahora para lo que van a representar para nuestra escuela.-
¿Pueblo?. Sí, los pibes hablan de pueblo, de luchas, de desaparecidos. Aunque a muchos les provoqué repulsión, los adolescentes en las escuelas mantienen viva la memoria colectiva. Y esta, es una batalla ganada.
– Ganó el nombre de las madres porque nos sentimos orgullosos con ellas- me dice Roberto.
Y Axel, sin dudarlo, sintetiza: – Aparte, es la única escuela con ese nombre. Es la primera.-
Las visitas de las Madres a la escuela fue un encuentro, además de generacional, fundamental para el acercamiento de los chicos a su lucha. Allí, comenzaron a trazarse vínculos que probablemente, jamás puedan ser olvidados por estos pibes que apenas cruzan los 15 años.
-Nos contaron lo que pasaron en esos años de lucha y cómo lo vivieron. Tenemos la memoria para recordar el Nunca Más.
Brian, suelto de palabras y con fuerza, remarca: – Nosotros no vivimos ese tiempo y no podemos sentir lo que se vivió, pero creo que con esto intentamos entender la historia y de eso, aprender y transformarlo.
VI
Chiche Massa tomó la palabra para hablar en nombre de todas. “Este es un día especial. Estamos agradecidas y contentas. Alomejor resulta un poquito largo el nombre, pero también es cierto que largo es el tiempo que andamos y nos conocemos, en las escuelas o en las visitas que ustedes nos hicieron. Las Madres comenzamos nuestra lucha buscando en dependencias judiciales, policiales, cuarteles, buscando a ese ser que nos habían arrebatado. Nos dicen que no están, que no tienen identidad, que son NN, pero nuestra lucha pacífica pero no pasiva continúa firme, inclaudiclable, tenáz, sin revancha. Fuimos las primeras en señalar el camino de la resistencia y la dignidad. Y en este largo trayecto, muchas madres ya no están”, expresó. A los jóvenes, Chiche también les habló: “Defiendan esta democracia que no es perfecta, pero es preferible a una dictadura”, dijo la histórica Madre de la Plaza 25 de Mayo. Reclamó por la celeridad de los juicios y agradeció a las autoridades de la escuela y a sus alumnos por este “cariñoso mimo”. “Nosotras aceptamos con agrado y beneplácito, pero como un homenaje y compromiso con aquella generación que abandonó el egoísmo para abrazar la causa de la justicia, para vivir siempre en nuestros corazones, en nuestra memoria que no olvida ni perdona y en esta lucha cotidiana por la concreción de aquellos sueños, nuestros sueños, de un país lindo y justo para todos”.
Las otras Madres escuchaban a su compañera. A todas, les arrebataron a su hijos. Luego, cada una recibió un poema escrito y leído por los propios chicos. Poemas para ustedes: “Siempre estarán presentes en nuestra memoria”, rezaba el escrito de Axel. Roberto escribió: “Les agradecemos que la escuela tenga su nombre. Ustedes son nuestra inspiración. Se juntan todos los jueves a la tarde en la plaza para seguir haciendo justicia. Nosotros anhelamos ser como ustedes”. Sacha lee: “al final, cuando cesó la tempestad y la oscuridad, su fuego siguió ardiendo, y con algunas nubes negras, continuaron iluminando su camino”. “Mujeres llenas de luz, ustedes dieron todo a pesar de los riesgos. Nunca pidieron grandes cosas, solo lo que más amaban en su vida: sus hijos”, enfatizó Brian. Roció finalizó la lectura con su poema: “Queremos decirles que nosotros estamos y vamos a estar siempre”.
A un costado, se escuchaba la música. Violines haciendo memoria. Eran los pibes de la escuela quienes, además de ser parte de esta historia, construyen la propia a través de la Orquesta del Triángulo.
Porque después de todo, no nos han vencido.