Nueva sentencia por delitos de lesa humanidad en Rosario
Finalizó la causa Feced II y con ella llegaron las sensaciones encontradas al escuchar condenas a prisión perpetua y absoluciones. Cientos de personas volvieron a hacer el aguante frente a los Tribunales Federales.
Por Martín Stoianovich
El escenario era el mismo. La función similar y los actores también: los verdugos por un lado y las víctimas por el otro. Porque el terrorismo de Estado en Argentina se replicó por todo el territorio, como hoy está sucediendo con los juicios por delitos de lesa humanidad. Un nuevo capítulo en Rosario para juzgar a los responsables de la represión y el genocidio perpetrado en la última dictadura cívico militar. Esta vez fue el fin de la segunda parte de la Causa Feced, que se referencia de esa manera por Agustín Feced, jefe de la policía rosarina por aquellos años. Fue parte de la patota de este ex oficial, ya fallecido, la que escuchó la resolución del Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 2 de Rosario. De diez acusados, uno de ellos fue condenado a prisión perpetua, ocho recibieron penas que van desde los 8 a los 22 años de prisión, y el restante fue absuelto.
El día de sentencia llegó, como se acostumbra en Rosario, con un clima de fiesta. Sobre la plazoleta del Boulevard Oroño entre las calles San Luis y Rioja, y frente a la puerta de los Tribunales Federales, se fue amontonando desde temprano el conjunto de organismos de Derechos Humanos, organizaciones sociales y el resto de ciudadanos que acompañarían a testigos, víctimas y familiares en tan importante jornada. Una radio abierta montada sobre el sendero, una muestra fotográfica y las mismas banderas que dicen presente en cada juicio era la postal principal del mediodía de este viernes a la espera de la lectura de la sentencia.
En la causa Feced II, en realidad caratulada como “Lucio Nast”, se investigaron los procedimientos llevados a cabo en la sede del Servicio de Informaciones de Rosario, uno de los principales centros clandestinos de detención de la región. En este lugar se mantuvo privado de la libertad de forma ilegal y mediante torturas a más de dos mil personas desaparecidas por el terrorismo de Estado. Específicamente, esta causa se abocó a los delitos ejecutados contra 43 víctimas y para ello se escuchó el testimonio de aproximadamente cien testigos. “Transitan esa instancia verbalizando lo que tuvieron que vivir. Siempre centrados en el dolor del otro, como si cada uno silenciara el propio para dar lugar a esa pluralidad que se sintetiza en nosotros los sobrevivientes. Son fundamentales para que tengan castigo los genocidas. Dicen en cada juicio: `Aquí estamos, somos la memoria de lo sucedido, y el precio del recuerdo sólo lo pagan ellos´”, decía un comunicado leído en la radio abierta en reconocimiento a los testigos. Para quienes acompañan estos procesos, el rol de los testigos en cada uno de los juicios es considerado tan importante como las documentaciones presentadas ante el tribunal.
Los diez imputados en esta causa ocupaban el cargo de oficial o suboficial de la policía de la provincia de Santa Fe y la mayoría de ellos se encuentran por ahora detenidos en distintas seccionales de la región. Ramón Ibarra de 72 años, Ernesto Vallejo de 63 y Lucio Nast de 62, están detenidos en el penal policial de la Unidad Regional Nº 2 de Rosario. Por su parte, Claudio Altamirano, de 62 años está recluido en la Unidad Carcelaria Nº 3 de Rosario y José Rubén Lo Fiego, de 65 años, en el penal de Marcos Paz. Mientras tanto, Ovidio Olazagoitía, de 78 años, gozaba hasta hoy de prisión preventiva en modalidad de detención domiciliaria. Los otros cuatro, Ricardo Torres de 69 años, Eduardo Dugour de 65, Pedro Travagliante de 65, y Julio Fermoselle de 64, gozaban de libertad.
Los testimonios de la previa
Fernando Rezzetti fue detenido en 1978 y estuvo presente en la sede del Servicio de Informaciones cuando mataron a una de las víctimas de los hechos que investigo esta causa, por lo cual participó como testigo. Se trata de Conrado Galdame, quien fue asesinado estando detenido por una torpeza cometida por oficiales que lo obligaban a jugar a la ruleta rusa. “No me lo voy a olvidar nunca cuando lo matan porque fue el día anterior a mi cumpleaños. Nunca pensamos que iba a pasar eso, pero la prepotencia que tenían estos tipos, su envalentonamiento al tener un arma y el margen de poder que tenían, hicieron que le pegaran un tiro en la cabeza sin motivos”, recuerda hoy Rezzetti. Este hecho continuó con una farsa montada sobre este crimen, con el fin de ocultarlo y oficializarlo como el resultado de un supuesto enfrentamiento.
“Hoy estamos esperando que ese deseo que uno tiene adentro se cumpla, y sabemos que va a ser difícil”, contó Rezzetti a enREDando. Por otro lado, explicó cómo llevó consigo todos estos años la sensación de haber presenciado estos hechos y no haber podido conocer la justicia hasta estos días. “Me preservé hasta el juicio militando, en los barrios y en la agrupación `la San Martín´ desde hace años. Es una manera de ser uno mismo, de capitalizar experiencias buenas y malas”, relató. En relación a los juicios que investigan delitos de lesa humanidad, el testigo analizó que son “hechos históricos que hay que aprovechar, profundizar y apoyar porque son instancias que en otras épocas no tuvimos”.
Por otro lado, en la previa de la lectura final, dio sus palabras el presidente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, Ernesto Moreau. “La sociedad ya los declaró culpables, estamos acá esperando la legitimación de lo que el pueblo ya dijo, porque estos canallas fueron declarados culpables por la sociedad y por la militancia”, señaló. Además consideró: “La militancia de Rosario es la que lleva en sus puños la presencia de aquellos que hoy no están, de los detenidos desaparecidos, es la voz callada que hoy da gritos pidiendo justicia. Tenemos que seguir la lucha hasta las últimas instancias, que no quede afuera ningún represor ni genocida. Venimos a dar este apoyo para que se tenga memoria histórica y reconocimiento de la justicia”.
La sentencia
El tribunal, conformado por los jueces Noemí Berros, María Ivón Vela y Roberto Arango, dictó la sentencia a los diez imputados luego de anunciar el rechazo a los planteos de prescripción de la acción penal formulados por la defensa. Durante el juicio, la Fiscalía y los querellantes de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y la asociación HIJOS, habían solicitado la pena de prisión perpetua para Carlos Altamirano, acusado de homicidio agravado, y de 25 años para el resto de los implicados. La mayoría de las sentencias resultaron satisfactorias, sin embargo hubo sabores amargos que atravesar.
Altamirano fue condenado a prisión perpetua; Nast, Fermoselle, Vallejo y Dugour a 22 años de prisión; Ibarra a 20; Olazagoitía a 18; Lo Fiego a 12 y Torres a 8. Por su parte, Travagliante fue el beneficiado por la absolución. Todos los condenados serán destinados a una cárcel común, con cumplimiento efectivo de la condena.
El resultado de esta nueva causa fue agridulce, pero nunca deja de ser bienvenida la sensación de justicia. Los gritos, aplausos y cantos se hicieron sentir como en cada lectura de sentencia de los juicios por delitos de lesa humanidad que Rosario viene atravesando desde la primer experiencia en la causa Guerrieri-Amelong. Florencia Del Negro, presidenta de APDH Rosario, brindó a enREDando su balance sobre esta sentencia: “Siempre deja sensaciones encontradas. Alivio por escuchar las condenas a perpetua y las condenas elevadas en años de cumplimiento, pero siempre agujeros con respecto a las absoluciones, no por cuestiones técnicas, sino por compañeros que quedan sin justicia. Por ellos vamos a seguir peleando”. A su vez, Del Negro aseguró que por más que muchos de los imputados ya están condenados por otros juicios, lo importante es que la justicia recaiga sobre ellos por cada delito cometido, y sobre esto aseveró: “Ya se viene la Feced III, y el que no cayó ahora va a caer en la próxima”.